Es difícil pensar que, en medio del caos del centro caraqueño, haya un lugar como el Parque El Calvario. Las dos cuadras que lo separan de la estación del Metro del Silencio están repletas de vendedores ambulantes, tiendas, instituciones públicas, gente corriendo de un lugar a otro con la premura que nos caracteriza a los venezolanos y, sobre todo, mucho ruido. Todo eso se esfuma al subir sus 90 escalones, desde los cuales podemos contemplar maravillados la actividad de la ciudad sin su bullicio.
Las escalinatas
El cerro El Calvario fue llamado de esta manera por el Obispo español Diego de Bohórquez, en 1693, en referencia al monte donde tuvo lugar la crucifixión de Jesús. El parque, de notable influencia francesa, fue inaugurado en 1876, con el nombre de Paseo Antonio Guzmán Blanco, en honor de quien ordenara su construcción. En 1883, se iluminó con electricidad, proveniente de una planta ubicada del lado sur de lo que es hoy en día el Teatro Municipal. Posteriormente, durante el gobierno de Joaquín Crespo, se construyó la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, de estilo gótico y el parque cambió su nombre a Paseo de la Independencia. El célebre Arco de la Federación fue inaugurado en 1895, en conmemoración a la Guerra Federal.
Todo eso se esfuma al subir sus 90 escalones, desde los cuales podemos contemplar maravillados la actividad de la ciudad sin su bullicio.
Arco de la federación
Además de la estatua de Simón Bolívar, donado por la comunidad libanesa en conmemoración del primer centenario de su Independencia, en las cinco plazas del Parque El Calvario se encuentran bustos y esculturas de algunos de los personajes más representativos de nuestra historia, como José Joaquín de Olmedo, Teresa Carreño, José Francisco Bermúdez, Simón Rodríguez, Agustín Codazzi, Ezequiel Zamora y Pedro Elías Gutiérrez.
El Parnaso
Una de las áreas más bellas es la plaza El Parnaso, que recibe al visitante con una magnífica vista de la ciudad; pero, sin duda alguna, la joya del lugar es el Gazebo o Glorieta, hecho en 1883 con madera Africana y que formaba parte de la Plaza San Jacinto, donde se utilizaba para vender flores. A principios del siglo XX fue trasladado al lugar que hoy ocupa en el Calvario.
La Glorieta
Si bien nunca hay que descuidarse en una ciudad como Caracas, El Calvario es un sitio seguro, ideal para ir en familia, con amigos, en pareja, con su mascota, o simplemente con un buen libro para disfrutar de un momento de introspección y de tranquilidad en medio de la vorágine de la vida cotidiana.