Por todo lo largo y ancho de Venezuela abundan mitos y leyendas de fantasmas, apariciones y lugares donde la realidad le da paso a la magia y a lo extraordinario. La mayoría de estos fenómenos son producto del folklore que encontró en este tipo de historias una forma de expresión y, algunas veces, hasta de control social.
Palacete Loyola
El estado Zulia, específicamente Maracaibo, no es la excepción, de hecho estas manifestaciones parecen más bien provenir de la transculturización, es decir, de leyendas urbanas que hallan su origen en el séptimo arte más, que en el folklore.
Esto lo descubrí recientemente investigando por la web sobre lugares tenebrosos de Venezuela, también descubrí que al parecer los fantasmas de esa ciudad están relacionados a algunas edificaciones que se pusieron en pie en la primera mitad del siglo XX y que hoy se encuentran en el abandono por no decir ruina, perfecto ejemplo de ello son la casa Luxor y la mansión Loyola.
Esta última, también conocida como el palacete Loyola o el Castillo Da Costa Gómez, desde su construcción en la década de los años 20, ha capturado la atención de los marabinos por sus dimensiones y su belleza arquitectónica. Hoy en ruinas, es un referente para los que habitan la ciudad y creen en fantasmas.
Hay quienes atestiguan haber visto un ente con forma de señor que lleva en brazo un bebé con cara de anciano, otros aseguran que oyeron pasos pero nunca haber visto al dueño de los mismos o sombras que son confundidas con otras personas pero que desaparecen tras los rincones.
José Gregorio Hernández, Palacete Loyola
La casa se construyó aproximadamente en el año 1926 para ser el hogar Joshua Da Costra Gómez, empresario proveniente de las Antillas Holandesas, quien además fue el dueño del tranvía de Maracaibo y que más tarde se viera forzado a dejar el país abandonándolo todo, incluido el palacete, producto de las presiones ejercidas por gobierno de El Benemérito que aspiraba poder comprar el popular medio de transporte.
A partir de ese momento el espacio ha tenido infinidad de usos, desde ser la casa del gobernador, la sede de un colegio, el Instituto de Comercio de Maracaibo y la Escuela de Artes Plásticas Julio Arraga, entre otros. Hoy es un testigo silencio de los avances de la ciudad, en sus muros se puede ver el paso del tiempo y el descuido en una obra que se niega a morir y que está grabada en el imaginario de todo aquel que transita por la avenida Doctor Portillo donde se encuentra ubicada.
Según la prensa local, recientemente el gobierno regional aprobó la cantidad de 30 millones de bolívares con el fin de restaurar la casa y el terreno, que abarca 8 mil 450 metros cuadrados, con el fin de ponerlos al servicio del quehacer cultural. La intención es rescatar cada uno de los espacios de la casa que posee varios estilos arquitectónicos para lo que se estima trabajarán profesionales en el área y que esta recupere el esplendor de antaño.
Una iniciativa como esta que busca rescatar, mantener y preservar este patrimonio, solo se puede aplaudir esperando que del mismo modo la casa Luxor, el Cien Imperio, el Gran Hotel Granada y otros espacios con el mismo valor histórico que se encuentran en esa ciudad sean rescatados.