Luego de dieciséis años del experimento conocido como la quinta República, la causa de todos los males presentes, pasados y por venir parece hallarse en ese pasado anterior, desde hace mucho, referido como cuarta República. Desde el año 1999, hasta la presente fecha, nada ha podido hacerse desde la omnipotencia estatal, o debería decir del partido de gobierno que controla todos los poderes del Estado, para de una vez y por todas acabar con los extravíos sociales, económicos, culturales y políticos que hoy y aún mañana verán ubicar su génesis en el período “cuartorrepublicano”.
Resulta un despropósito para una inteligencia promedio que el drama de seguridad pública y ciudadana, de la seguridad alimentaria, el descalabro productivo, el burocratismo y un sinnúmero de problemas de este mismo orden, o sea, que requieren de una atención concienzuda por parte de las instituciones del Estado, se le adose a un pasado donde tales dramas no estuvieron presentes o, para conceder algo de legitimidad a los planteamientos de quienes piensan de forma contraria, no se hallaban en este estado de exacerbación.
No obstante, no podemos eximir de responsabilidad a la denominada cuarta República de todo estos dramas que hoy nos afectan. Ella es responsable de haber fallado en proveer ilustración a un pueblo cuya ceguera es patente tanto en gobernantes como gobernados. Esto se evidencia en la incapacidad de los primeros en identificar las causas fundamentales de los problemas que deben atacar y de los segundos de asumir de manera franca y honesta la responsabilidad de su actos. Para los primeros, las causas de todo son las guerra económica de la burguesía o de la oligarquía (aún hoy no hay unicidad de criterio para esta identificación) y la guerra mediática que envenena al pueblo (con la moderación “pactada” con los medios nacionales, los responsables son los grandes medios internacionales), ambas apoyadas y financiadas por “poderes imperiales”. No dudo que halla interés en más de un gobierno extranjero en ver un cambio en esta tierra, pero como dicen en nuestra provincia “¡no se la sirva en bandeja!”.
Para los segundos, es como cambiarse de vestimenta porque se ha aumentado o disminuido unas tallas. “Engordé, tengo que comprarme algo que me sirva”; como si engordar fuera un hecho fortuito. Salvo un desbalance hormonal u otra patología, el engordar es una cuestión de decisión: cuidar lo que se come. Si ingerimos más calorías que aquellas que quemamos, engordamos. Si usted elige, otorga un mandato a alguien; entonces, usted es responsable. Pero, no, ellos no son responsables; la culpa de los otros, de quienes gobiernan, no de quien les eligió.
Y sí, la cuarta República es responsable de haber engendrado esa masa más o menos homogénea de individuos que solo comprenden el mundo por sus funciones sensitivas, sus experiencias y la memoria; limitados a alcanzar una verdad probable de los hechos, por la analogía, basándose en la semejanza de los casos.
Una historia distinta se escribiría si durante ese pasado anterior a la quinta República todos hubiésemos alcanzado, dentro del sistema educativo formal, cierta capacidad para la lógica, el pensamiento abstracto, el entendimiento, la autoconciencia, la comunicación, el aprendizaje, la planificación, la creatividad y la solución de problemas.
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”
Simón Bolívar