El éxodo de la ciudad hacia el este o breve historia de las urbanizaciones de Caracas a partir de 1928, Parte 1
Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que, si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.
Libro del Génesis 13, 14-18
A pesar que se hable del largo período de gobierno del general Juan Vicente Gómez como un paréntesis de estatismo, se ha podido revisar historiográficamente por distintos autores que esto no es del todo cierto. Y que, especialmente en su última década se sucedieron desbocados varios acontecimientos importantes que cambiarían estructuralmente las instituciones y la sociedad con nuevos escenarios o consolidando algunos provenientes del siglo XIX, para perpetuarlos hasta el día de hoy. Por esta razón es necesario continuar la revisión historiográfica que estos autores provenientes de las ciencias sociales y la arquitectura han iniciado. Y desmontar académicamente algunas historias y mitos existentes, hay aún mucho campo que recorrer.
Campo que en el área de la arquitectura y urbanismo aún sigue siendo terreno virgen y fértil en muchos aspectos. No se han estudiado suficiente esos veintisiete años en los que se había considerado hasta hace poco que nada nuevo había surgido y se partía vehementemente en el año 36 como si una nueva sociedad hubiera nacido con la muerte de uno. Esa es la principal razón que nos mueve a promover esta investigación, siempre con considerando la arquitectura y la ciudad como expresiones de una sociedad, de las instituciones y de los desarrollos económicos y políticos de su momento.
Luis Roche y Juan Bernardo Arismendi en San Agustín alrededor de 1933 Tomada del Libro de Marcel Roche La Sonrisa de Luis Roche
Esta investigación parte de un marco académico, deseando visualizar el panorama de los orígenes, la formación y la evolución específicamente de la urbanización La Florida en Caracas. Pero este desarrollo de 1928 sirve como una excusa para la revisión histórica de toda una ciudad en movimiento y consolidación. Por esta razón se mueve entre lo general y lo específico, entre lo tangible y lo intangible. Sabiendo que personajes como Juan Bernardo Arismendi, Luis Roche y Manuel Mujica Millán y sus hechos construidos, no son sólo propios de La Florida sino forman parte del tejido de este momento histórico que nos llevó a la ciudad que hoy conocemos.
Haremos un recorrido en varias jornadas; política y economía, cultura y sociedad, ciudad y arquitectura, enfocándonos siempre en el contexto más cercano a la obra. Pero esta investigación no se concibe a sí misma como un hecho finalizado y cerrado, sino que piensa ser una especie de breve catálogo de temas, personajes y lugares que son puntos de partida para futuras indagaciones por otros profesionales de distintas áreas. Esto nos permite crear ciertas hipótesis y revisar la historia establecida para crear una plataforma de donde partirán las confirmaciones o negaciones de estos hechos a partir de estudios más cercanos a los documentos y los personajes.
Es importante definir antes de entrar en el tema que esta investigación se lleva a cabo a partir de fuentes en su mayoría secundarias, dígase, escritos y estudios sobre algunas fuentes documentales, hemerográficas, planimétricas y anecdóticas. Se escogieron los trabajos más cercanos y accesibles de todo el panorama de fuentes para luego, por esta misma investigación o por otras personas dejar un rastro de migas para proseguir investigaciones más profundas. A diferencia de las fuentes escritas, las fuentes planimétricas y fotográficas (aéreas) son en su mayoría de primer orden, referidas de repositorios públicos y oficiales. Mientras que la mayoría del material grueso fotográfico es más que todo de arqueos en fuentes digitales de todo tipo, se intenta incluir sólo las que estén fechadas por sus propietarios.
Primera parte
Esferas política y económica
Y todo esto tiene un contexto sincrónico que podemos iniciar de forma amplia el 11 de agosto de 1909 cuando Juan Vicente Gómez es nombrado por parte del Congreso Presidente Constitucional de Venezuela. O en un contexto menos político y más económico cuando en 1926 las exportaciones petroleras sobrepasan los ingresos generados por el resto de los rubros, mayoritariamente, agrícolas. Igualmente, se debe hacer referencia a los mismos puntos básicos que generan o dan cabida a expresiones puntuales que marcan el inicio del siglo XX venezolano.
Ricardo De Sola, Contribución a los planos de Caracas, Primero en el que aparece la urbanización La Florida
El primero, es el Plan de Febrero. Cuando el 21 de ese mes del año 1936 el general Eleazar López Contreras mediante alocución radial presenta, aún como presidente encargado, el rumbo de su nuevo gobierno en ocho lineamientos, buscaba diferenciarse del régimen de su antecesor fallecido dos meses atrás. Pero los postulados básicos de la Revolución Restauradora se mantenían (Gómez, 2000) y por esta razón autores como Manuel Caballero (2010), plantean este período junto al del general Isaías Medina Angarita como una larga transición. Más que una amplia revisión política, lo que nos incumbe para la obra y el período que estamos planteando es el contenido pragmático de los varios puntos que suponen no una invención de 1936 sino un avance de unas situaciones ya existentes por lo menos en los 10 años anteriores a esta fecha.
Podemos iniciar entonces en el punto 3, en el cual se plantea la planificación y ejecución de un sistema nacional de carreteras que enlazarán los centros de producción del país con los centros de consumo y exportación (Gómez, 2000). Esto confirma la sucesión, se requiere una modernización de los esquemas de comunicación ya existentes de ferrocarriles y carreteras, como el progreso de las obras ya emprendidas. Esta unificación del territorio se refuerza con lo planteado en el punto 7, que plantea la población del territorio nacional mediante inmigración y colonización. Entonces, esto nos hace comprender que se deseaba un cambio en la ocupación territorial venezolana.
He aquí nuestra primera razón por la cual este ensayo es intitulado como arquitecturas del éxodo. Para toda inmigración, para toda nueva colonización, es necesario una salida, un éxodo, en su sentido filológico más apegado. Para recorrer una distancia, debe haber un punto de partida diferente al inicial. Esta situación ya se había planteado en el siglo XIX, cuando se revisaba la ocupación territorial dejada por la Colonia. Pero sólo nos quedaron el planteamiento inicial brindado por el estudio corográfico de Agustín Codazzi y pocos experimentos aislados como la Colonia Tovar, que requirieron el éxodo de comunidades (autóctonas o antípodas) de sus territorios tradicionales para el poblamiento de nuevos, con fines prácticos económicos.
Esto se realizó bajo el precepto de una “estructuración” de un sistema agroindustrial exportador. Concepción económica que no había cambiado ni siquiera para el 36, y mucho menos decir que para el año 1926, cuando ya el petróleo había sobrepasado las expectativas y las nomenclaturas de un país basado en la agricultura. Pero como deja en claro González Deluca (2014), el Plan de Febrero no consideraba el petróleo sino como un elemento que podía ayudar o apoyar un ambiente propicio para el desarrollo de los lineamientos. Existe, por ejemplo, un aspecto sólo para agricultura y cría, a pesar que este mineral era el que podía hacer posible el desarrollo eficaz de carreteras y transporte de mercancías.
Publicidad del Banco Obrero, 1974
Y es que sin el petróleo nada de este desarrollo se podría haber dado, existía a partir de la explotación y exportación por parte de las compañías extranjeras la percepción como impuestos de una gran cantidad de dinero. Grandes cantidades que le dieron a mediados de la década del 20, una cierta holgura al gobierno (González Deluca, 2014). Esto permitiría que la gran crisis del año 29 se sintiese con consecuencias más moderadas en Venezuela, y que, con ella en puertas, se pudiera pagar la totalidad de la deuda pública, se incrementara el gasto público y se fundaran dos bancos; el Banco Obrero y el Banco Agrícola y Pecuario. Todo en el mismo año, 1928.
Esta estabilidad económica es el segundo punto. Las manos llenas del Estado no traerían como consecuencia directa la formulación y aplicación eficaz de planes y proyectos. Es un hecho que más allá de “Unión, paz y trabajo” no existía un plan nacional de ocupación del territorio, de explotación y, menos, de vivienda. Y podemos luego constatar que es una constante durante este siglo la inconstancia en la organización y efectividad de las políticas públicas cuando existieron. No había un solo frente para atacar la situación territorial planteada, a pesar que existía una buena cantidad de profesionales, empleados públicos y personal técnico capaces.
No fue entonces esto lo que causaría lo que González Deluca llama “el cabildeo de profesionales extranjeros y locales entre altos funcionarios” en búsqueda de la aprobación de proyectos individuales o de la contratación para los proyectos públicos, sino fue la falta de proyectos, unida a un flujo de caja constante y no tan moderado y a la permeabilidad de las fronteras administrativas. Dando cabida entonces al quid del desarrollo de la ocupación territorial y de vivienda a principios del siglo XX; que los intereses privados se entremezclaran con los públicos creando una simultaneidad y variedad inverosímil dentro de un llamado Plan Nacional.
Este es nuestro tercer punto. Lo que González Deluca (2014) cita del ingeniero Juan Otaola Paván como la alianza de varios factores. Y es que la autora lo expresa de manera que ni parafrasearlo vale:
En la era petrolera, las condiciones de participación variaron al irse definiendo el perfil de las competencias y el interés público y privado, en un contexto económico y político que favorecía los designios propios de cada uno. Aunque no fueran armónicos, cada sector pudo timonear sus propios intereses en función de la colaboración necesaria para desarrollar proyectos de los que esperaban determinados beneficios. Esto no impidió la defensa, a veces antagónica, de sus particulares expectativas sobre la actividad y el negocio de la construcción. Las perspectivas técnicas, de negocio, académica, política, social, laboral, no siempre coincidentes, tensaron la relación en más de una ocasión, pero la alianza se mantuvo sin graves conflictos a lo largo de los años.
Puente de Chapellin probablemente años 20 Viejas Fotos Actuales
En el sector de la vivienda y el desarrollo inmobiliario es donde se puede apreciar de manera especial esta alianza de intereses. A pesar de la existencia del Banco Obrero, las urbanizaciones privadas se desarrollaron en simultáneo junto con los asentamientos informales de la población atraída a los centros de producción petrolera y administrativa. El éxodo se dio finalmente, pero con una absoluta falta de planificación. Los sectores privados estaban más que todo movidos por el valor de uso y cambio de la tierra, adecuándose a la oferta existente de terrenos de haciendas ociosos o trabajados y no a una concepción organizativa del territorio.
Los sindicatos urbanizadores, así llamados no exactamente por afiliaciones políticas o ideológicas, tenían muchas veces el total apoyo de sectores públicos y de la banca. Por ejemplo, cuando el sindicato Juan Benzo y Cía., integrado por J.M. Benzo, Santiago Alfonzo Rivas, Tomás Sarmiento, Juan Bernardo Arismendi y Luis Roche, se dispusieron a comprar los terrenos de la Hacienda La Yerbera (parte de la sucesión del general Guzmán Blanco) la suma total de la compra (1.000.000 Bs) fue dada en préstamo por el Banco Venezolano de Crédito (Roche, 1967). Existía además cierta premura en el progreso de estas inversiones, ya que los comerciantes y promotores más que el sector público se daba cuenta de lo finito que podía ser el recurso del petróleo o de sus ingresos al país. El anecdotario del señor Luis Roche relatada por su hijo Marcel (1967) es prueba fiel de esta situación.
Casa del Contry Club, 1930. Fundación para la Cultura Urbana
Había la certeza de que era el momento adecuado, había facilidad en los trámites y créditos, existía una gran cantidad de terreno aún por urbanizar con dueños ávidos de entrar en el auge inmobiliario para dejar atrás el pasado agrícola y una población cautiva a la cual ofrecer estos nuevos desarrollos. Existía una premura entre la compra, la aprobación, la proyección, la construcción y la venta a lo que se le una exigencia al Estado de la realización de infraestructura vial o de servicios como intercambio por estos urbanismos. Dicho esto, es evidente que la competencia inmobiliaria aumentaba en ferocidad, y esto, aunado a la libertad de concepción de los desarrollos (sin ninguna exigencia por parte del Estado), les permitía escoger a sus compradores, usualmente clase media y alta.
Este aumento de la apuesta en la escogencia de los sectores finales de la venta por parte de los promotores, daba como resultado algo que preocupa a Di Pasquo en su trabajo investigativo (1985). La segregación de la sociedad (especialmente visible en la caraqueña, nuestro caso) a partir de estos desarrollos. Creando dinámicas urbanas y de ocupación del territorio nuevas hasta el momento. Esto lo revisaremos en la segunda parte de esta investigación.
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Biblioteca Nacional – Colección Cartografía
Caracas 1936 (datado como 1938) – Ministerio de Obras Públicas / Dirección Cartografía Nacional
Plano de Caracas (1946) – Ministerio de Obras Públicas / Departamento de Cartografía Nacional
Mapa de Caracas y sus alrededores (octubre 1954) – Compañía Shell de Venezuela
1567 Caracas 1967 – Ministerio de Obras Públicas / Dirección Cartografía Nacional
Caballero, Manuel (2010) Historia de los venezolanos en el siglo XX. Caracas: Editorial Alfa.
Casals Costa, Vicente (2011) “Manuel Mujica Millán y el Urbanismo Novecentista en Cataluña, 1917 – 1927” Biblio 3W Barcelona: Universidad de Barcelona Consultado en línea el 18/02/2016 en: http://www.ub.edu/geocrit/b3w-925.htm
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De Sola Ricardo, Irma (1967) Contribución al Estudio de los Planos de Caracas 1567 – 1967 Ediciones del Comité de Obras Culturales del Cuatricentenario de Caracas
Di Pasquo, C. (1985) Caracas 1925-1935. Iniciativa privada y crecimiento urbano Caracas: Universidad Central de Venezuela (mimeo)
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Gómez, Carlos A. (2000) Los Sesenta. Historia de la hegemonía andina 1899 – 1945. Caracas: Editorial Plain Art.
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Instituto Geográfico de Venezuela “Simón Bolívar”
Fotografías sobrevuelos Caracas, Misión 8 (1937) / Misión 030198 (1970)
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