Todo venezolano seguramente ha visto o ha escuchado de esos terribles gusanos grandes y peludos que, según nuestras abuelas, pueden causarle fiebre a cualquiera con solo tocarles los pelos que tienen en la espalda. Pues lamento informar que hoy no vengo a hablarles de ese tipo de gusanos en específico y que, si bien son reales y al mínimo contacto con ellos pueden causar una extensa lista de reacciones, como un inmenso dolor, irritación o un cuadro de shock anafiláctico, no son el centro de este artículo.
Acá queremos hablar acerca del Hermodice Carunculata, también conocido como "Gusano de Fuego" (Fireworm, en inglés), que sólo por su nombre despierta curiosidad a quien lo escucha por primera vez. Su denominación común proviene de la sensación de dolor que deja el gusano al entrar en contacto con la piel, que es similar a una quemadura, y aunque no suele aparecer en los cuentos de nuestras abuelas es también una especie ante la que debemos estar alertas en especial en los viajes a la playa.
¿Cómo es el gusano de fuego?
No mide más de 15 cm de longitud y 1,5 de grosor, posee un color blancuzco en el vientre y su lomo es verde (o amarillo) con negro. Se trata de unos colores llamativos que, como bien sabemos, usualmente sirven en la naturaleza para enviar señales de advertencia. Este tipo de coloración de advertencia recibe el nombre de “Aposematismo”, un rasgo evolutivo que permite alejar a los depredadores por medio del “miedo”.
A este respecto Idelfonso Liñero-Arana y Oscar Díaz, del instituto Oceanográfico de Venezuela en la Universidad de Oriente, señalan que el gusano es de “cuerpo robusto, grueso, de sección transversal cuadrangular. Prostomio relativamente pequeño, redondeado: tres antenas cortas; dos pares de ojos, dos palpos alargados anteroventrales; carúncula desarrollada, cordiforme, con pliegues o surcos dorsales, alcanza hasta el setígero”
Posee unas púas de color blanco muy delgadas a los costados, tan delgadas que parecen pelos, pero no cualquier tipo si no los temidos “pelos urticantes”, llamados así por la capacidad de introducirse en la piel y causar dolor.
Pertenece a la clasificación Phylum Annelida (animales invertebrados con un cuerpo alargado segmentado en anillos), a la clase Polychaeta (el grupo más numeroso y primitivo de los anélidos), a la subclase Palpata (grupo de invertebrados que poseen un sistema de locomoción ordenado en pares de aletas, llamados parápodos), al orden Eunicida (grupo de gusanos que poseen una cabeza muy característica) y a la familia Amphinomidae (de los gusanos de fuego).
¿Dónde lo encontramos?
Al gusano de fuego se le puede encontrar en el Mar Caribe y en el caso venezolano en las costas de los estados Anzoátegui, Sucre y Nueva Esparta. Es fácil encontrar especímenes en Mochima, Mangle quemao, Isla Larga y Punta Cruz en Cubagua, entre otros.
Se le encuentra bajo el mar, y algunos especialistas han detectado que habita entre los corales de forma cerebroide y bajo las rocas. También puede verse reposando entre el fondo arenoso. No es agresivo, de hecho, su alimentación es a base de los pólipos (ese es el nombre de los organismos coralinos).
¿Cómo actúa?
Al sentirse amenazado, el gusano erizará los pelos, clavándolos así en el agresor. Los pelos, al penetrar en la piel, generarán una irritación muy desagradable, que dejará la sensación de una quemadura (de ahí el nombre común de la especie).
Aunque puede sonar mucho peor, en realidad bastará con un poco de alcohol y hielo en la herida para aliviar el efecto y evitar que se infecte.
Si bien no es mortal para los humanos de igual forma debemos ser precavidos y ahora, al conocer del gusano Hermodice Carunculata, evitar tocarlo en caso de toparnos con uno al visitar la playa.
Referencias
Antonio Machado-Allison y Alexis Rodríguez-Acosta. Animales Venenosos y Ponzoñosos de Venezuela. UCV (Pag. 31 - 32)
http: //www.enelmar.es/2010/10/31/gusano-de-fuego-hermodice-carunculata/
Liñero-Arana, Ildefonso, & Díaz, Óscar. (2010). Amphinomidae y Euphrosinidae (Annelida: Polychaeta) de la costa nororiental de Venezuela. Latin american journal of aquatic research, 38(1), 107-120. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-560X2010000100010