En la esquina de Carmelitas cruce con la Avenida Urdaneta, rodeado de edificios administrativos del Estado se alza un coloso que lleva más de 230 años erguido, que a pesar de los duros embates del tiempo, inquilinos y propietarios, continúa destacando por su belleza arquitectónica en una ciudad en la que aquellos que ostentan el poder están solo por la funcionabilidad de los espacios, dejando de lado aquellos elementos que hacen a una ciudad hermosa, ese lugar es el Correo de Carmelitas.
La casa
Hacia el año de 1781 se construye, en la esquina de Carmelitas, la casa del conde Martín de Tovar, cabeza de unas de las más ilustres familias de la época. Con una primera piedra se dio inicio a la existencia de un lugar en cuyos muros se les dio albergue a personajes como Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland en el año 1799 o aquella ocasión en la que los notables de la ciudad le ofrecieron al Libertador un banquete en su honor. Estos hechos compiten en relevancia con los usos, que a lo largo del tiempo, se les ha dado.
La cárcel
La casa ha servido para diversos usos y propósitos desde que fuera la residencia de los Tovar, entre otros fue sede de la Cárcel Municipal, también se sabe que un descendiente del conde, el Sr. Feliciano Palacios y Tovar, pidió en 1825 que la casa, alquilada para tal propósito, fuera devuelta tal y como había sido entregada según lo establecido en la letra del contrato de arrendamiento. No obstante, el Concejo Municipal se negó alegando que ellos costearon los gastos de reparación del lugar a causa del terremoto de 1813.
Feliciano respondió que esas reparaciones iban por cuenta de las sumas anticipadas que ascendían a 500 pesos anuales y agregó que las reparaciones eran necesarias porque él pretendía vivir allí. El Concejo Municipal, sin tener dónde reubicar a los reos, y después del avalúo hecho a la residencia, en el que se estimó su valor en unos 12 a 14 mil pesos, resolvió pagarle al Sr. Tovar, por concepto de alquiler, la suma de 60 pesos mensuales.
Casa de gobierno
Otro miembro de esta familia, Manuel Felipe de Tovar, biznieto del conde y heredero del título, entre 1860 y 1861 le dio uso de casa presidencial, cuando este desempeñaba funciones de constitucionales de primer mandatario. Más tarde sería él quien marcaría definitivamente el destino de la casa, cediendo la propiedad del inmueble al Estado. Entre las instituciones que encontraron su sede allí destaca el Ministerio de Guerra y Marina.
El correo
En el año 1933 se inició la remodelación de la casona para convertirla en la Dirección General y Administración Principal de Correos de Caracas, que se inauguró el 19 de diciembre de 1933, pero el Ministerio no hizo la entrega formal hasta el 31 de enero de 1934. El proyecto requirió una inversión de 670.349,29 bolívares.
La nueva fachada estuvo a cargo de Horacio Soriano quien le añadió un piso más, a una estructura que era más bien colonial con algunos barrocos para adoptar, sin lugar a dudas, esta movimiento arquitectónico. Se conservó la escalera de piedra, algunas paredes interiores, se modificó la fachada norte y este para colocarle un frontispicio con una puerta y dos ventanas.
No se trata de convertir en museo todo lugar que tenga más de 80 años, sino de conservar aquello que es nuestro
Hoy día
La alcaldía de Caracas, a través de Fundapatrimonio, hace algún tiempo realizó una restauración. El trabajo consistió en la remoción de buhoneros y el rescate de la fachada, siempre respetando la obra original. A pesar de esto, el estado interior del edificio era lamentable, haciéndolo pensar al visitante que el edificio al que había entrado no era el mismo que vio al cruzar por el umbral.
Más recientemente se le hizo una nueva remodelación convirtiendo el patio central en una sala de exposiciones, buena iniciativa, sin embargo, llama la atención, que teniendo los insumos para hacerlo, no haya una muestra permanente sobre la historia del correo en Venezuela. Aún es sede del Instituto Postal Telegráfico de Venezuela (Ipostel). En el segundo piso se encuentran las oficinas de administración, despacho y recepción, mientras que en el tercer piso se encuentran el archivo, el depósito y una biblioteca.
Es importante, como venezolanos, rescatar y darle valor a estos espacios que son parte de la memoria del país. Se dice que mirar al pasado es comprender el presente, esta frase se hace más valiosa cuando se habla de las nuevas generaciones, y del legado que hay que dejarles. No se trata de convertir en museo todo lugar que tenga más de 80 años, sino de conservar aquello que es nuestro, en especial si en ello se conjugan la historia y el arte, como el caso de este edificio.