El tema de la crisis económica está constantemente en la boca de quienes habitan Venezuela, porque sus efectos se sienten de forma directa, son la causa del empobrecimiento acelerado de la población y de la desmejora de todas las áreas de la vida nacional. Los siguientes cuatro puntos resumen los elementos clave de esta crisis.
Nueve de cada diez dólares que entran a la economía provienen del petróleo, es decir, que en esencia sólo ingresa lo que se obtiene por la venta de hidrocarburos, y esto depende del nivel de precios al que se negocie esa venta y de los volúmenes que se puedan comercializar. Esas dos variables son totalmente desfavorables para Venezuela. En lo que va de 2016, la cesta petrolera venezolana promedia 30,43 dólares por barril, pero en 2015 su valor promedio fue de 44,65 dólares y en 2014 de 88,42. En un contexto de desplome de los precios se podría intentar apostar a una mayor cantidad de petróleo vendido para compensar, pero esta opción no es viable para el país, ya que en la última década ha caído en cerca de 500 mil barriles diarios la oferta exportable de crudo como parte de la reorientación del negocio petrolero dentro del modelo político existente, lo que ha deteriorado la capacidad productiva de Pdvsa. En 2005 la producción estaba en el orden de los 3,2 millones de barriles por día y en 2015 se ubicaba en 2,7 millones de barriles diarios.
Si bien actualmente se vive un ciclo de bajos precios del crudo, hasta 2013 alcanzó la ola del boom petrolero que se acentuó después de 2008, etapa en la cual Venezuela llegó a facturar sobre los 100 dólares por cada barril. Se estima que entre 2005 y 2014 ingresaron al país más de 700 mil millones de dólares al país por concepto de exportaciones petroleras. Sin embargo, en ese mismo lapso el Gobierno aplicó una acelerada política de endeudamiento haciendo que el saldo de deuda pasara de 27 mil millones de dólares en 2006 a 113 mil millones en 2012. Al país le toca ahora, con un mermado ingreso petrolero, hacerles frente a esos compromisos y sólo este año se afrontan pagos por 10 mil millones de dólares en un contexto donde las reservas internacionales de la nación apenas llegan a 12 mil millones de dólares.
Arturo Uslar Pietri (Cortesía Casa Uslar)
En su momento, Arturo Uslar Pietri describió este fenómeno de la siguiente manera: "Venezuela es un caso extremo, un pequeño país que recibe un desmedido flujo de dólares provenientes de la actividad petrolera y no solamente los gasta, sino que incurre en la locura de endeudarse".
Lejos de haber aprovechado el boom de ingresos, petroleros y por financiamientos obtenidos, para estimular el desarrollo productivo nacional se ha dado un sistemático proceso de destrucción del tejido industrial. Según la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), durante los últimos veinte años han cerrado 8 mil empresas en Venezuela. Asimismo, estima que la capacidad utilizada de las empresas se ubicaba en 43,87% al cierre de 2015. La política gubernamental de intervenciones y estatizaciones, las regulaciones y el cerco constante a las empresas, así como las limitaciones para acceder a las divisas que les permitan importan materias primas, equipos y repuestos han terminado por paralizar al sector manufacturero. Todo esto se traduce en una menor oferta de productos en el mercado.
Los problemas de desabastecimiento han estado presentes en el país durante la última década, pero con una acelerada profundización en los años recientes debido a la merma en los ingresos petroleros que encubrían las fallas. Ya en 2007, cuando tuvo lugar el referendo para la reforma constitucional, Hugo Chávez atribuyó parcialmente la derrota que sufrió su propuesta a los problemas de oferta de leche que vivía entonces el país. El 6 de diciembre de 2015, cuando la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional, el oficialismo también estimó que la escasez, fruto de una “guerra económica” en su contra, fue una de las causas de ese resultado electoral**.**
Firmas como Datanálisis calculan la escasez de los productos básicos sobre 80% y la Federación Médica Venezolana la estima en 90% en el caso de los medicamentos. Desde 2013 se ha venido registrando una caída sostenida en el ritmo de importaciones, lo que además de productos terminados incluye materias primas y bienes de capital, mientras crece la concentración de las importaciones en el sector público por encima del privado. Entre 2003 y 2015 el sector público pasó de tener cerca de 20% en el total de las importaciones hasta acercarse al 50%.
Para este año el Gobierno ha programado importaciones por 20 mil millones de dólares, es decir, 46% menos que en 2015, año que cerró con 44% menos importaciones que 2012. Esto implica que las importaciones que este año tiene previsto autorizar el Gobierno equivalen a 776 dólares por persona para todo 2016. A la tasa de cambio del Simadi -del 17 de junio de 603,22 bolívares por dólar- este monto representa 468.098,72 bolívares, es decir, cuatro canastas alimentarias mensuales de 115.738,04 bolívares cada una, calculadas en ese valor por el Cenda en abril. Si se toma en cuenta lo que señalan algunos ideólogos del oficialismo, según los cuales el tipo de cambio de referencia en Venezuela debe tomar en cuenta la tasa base de 10 bolívares por dólar del Dicom y la del Simadi, así como su ponderación en las importaciones, la paridad a considerar es de 55,70 bolívares por dólar (con los cálculos hechos al 10 de junio). Con esta tasa las importaciones per cápita de 2016 equivalen a 43.223,2 bolívares, es decir, 37% de la canasta alimentaria de abril.