En este momento crucial de nuestra historia política, pese a aquello que algunos señalan como el despertar del venezolano frente al hecho político, el pueblo venezolano sigue exhibiendo la ceguera de otrora. La motivación al voto, en su mayoría, no pasa por una identificación del elector con el proyecto político de los candidatos, sino por el ardor de la expectativa insatisfecha. El voto continúa siendo una herramienta para castigar a quienes en opinión de ese mismo elector no satisficieron sus necesidades.
La incertidumbre que vive hoy el oficialismo sobre los resultados del próximo seis de diciembre confirman el triste éxito de la cuarta República. Al venezolano de a pie, en materia política, le interesa lo que le puedan resolver en el ahora, en lo inmediato. Ese determinante de nuestra cultura política que parece ser parte de un inconsciente colectivo explica, en buena medida, como la alternabilidad instituida en la Constitución de 1961 tuvo como expresión material la denominada “guanábana”.
El sistema, con sus defectos, debemos admitirlo, funcionó. Generó brechas, sí. Generó exclusiones, también. Deberíamos volver a él, no. El sistema se sostuvo mientras hubo renta que repartir. Llegado el momento de apretarse los cinturones, el sistema exhibió dramáticamente sus deficiencias. Surgió entonces un líder carismático que capitalizó el descontento y ofreció cambios. El pueblo compró eso, no un proyecto político. Si no, cómo explicar que mientras disfrutamos las mieles de la bonanza petrolera el oficialismo gozó de la aprobación de una amplia mayoría y hoy, nuevamente golpeados por la austeridad impuesta por un disminuido precio del petróleo, ese mismo pueblo pareciera retirarle su apoyo.
Si estuviéramos en lo cierto, el resultado electoral del próximo seis de diciembre, pese a lo expresado por el Presidente, obligaría a ambas partes a pactar, a entender que el país no pertenece a un grupo que piensa de determinada manera, que este país es de todos los venezolanos.
Elecciones Costa Rica / Venezuela
Sin embargo, un resultado como ese no debe dejársele a al azar. Tampoco se trata de hacer convocatorias a votar o no votar. Y resalto el “no votar” porque es esta misma oposición la que hace ya una década trabajó, a través de su campaña, a entregar el control absoluto de la Asamblea Nacional al partido de gobierno y sus acólitos. Nunca advirtió que el resultado de esa apuesta era contribuir con todo aquello que ahora quieren desmontar. Así como entonces, nada se le está explicando a la población ávida de cambio.