Aunque Venezuela es un país petrolero, con abundancia de hidrocarburos, el 70% de la energía que se consume en el país proviene de la generación hidroeléctrica, esencialmente producida en la central Simón Bolívar, mejor conocida como Guri, que se alimenta con las aguas del río Caroní. El descenso en el nivel del embalse, debido al fenómeno climatológico El niño, como argumenta el Gobierno, puede conducir a la paralización de varias de las unidades que generan electricidad en esa central hidroeléctrica y, en consecuencia, se dejarían de suministrar unos 5 mil megavatios de energía al sistema nacional.
Actualmente la demanda eléctrica se ubica en 15.143 megavatios, contando en esa cifra la reducción de la jornada laboral en el sector público, ajustes en los horarios de trabajo de los centros comerciales y la paralización de varias líneas de producción en las empresas básicas de Guayana; sin olvidar que la economía vive una severa contracción, acumulando ocho trimestres de caída sostenida de las actividades productivas por factores como la ausencia de materias primas para operar y la imposibilidad de acceder a divisas por parte de los importadores de insumos y maquinarias.
Aun con esta precariedad económica el país bordea una profunda crisis eléctrica que amenaza con acentuar los racionamientos, principalmente en el interior del país, según sostiene Miguel Lara, experto en el tema eléctrico. Vale decir que en un país donde las interrupciones del servicio y los apagones afectan a 86,4% de los hogares, tal como lo mostró la Encuesta Condiciones de Vida de finales de 2015.
El 19 de febrero pasado el ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, dijo que sin medidas de ahorro Venezuela corría el riesgo de vivir un colapso eléctrico a mediados de abril. Ese día el nivel del embalse de Guri se ubicaba en la cota 250,38 metros sobre el nivel del mar, “a 6 metros de la cota mínima y a solo dos metros de la cota crítica”, según explicó el funcionario.
Este 14 de marzo Motta Domínguez informó que la cota del embalse se encuentra en 246,99 metros sobre el nivel del mar. Es decir, que ya pasó la “cota crítica” y se acerca a la “cota mínima”. En esta ocasión el ministro dijo que el embalse “todavía no ha llegado a su mínimo histórico, que es 244 metros, lo que quiere decir que estamos y seguiremos trabajando de una forma bastante positiva".
Señala que se han hecho esfuerzos para elevar la generación termoeléctrica, a fin de poder manejar la situación. De hecho, aseguró que la generación térmica está en 6.026 megavatios, un nivel que genera alarma para José Aguilar, consultor internacional en materia eléctrica, ya que la energía térmica tiene 17.600 megavatios de potencia instalada. A su juicio, es “una vergüenza sólo tener 6 mil megavatios térmicos disponibles”.
La cifra no calma la inquietud de otros expertos eléctricos y más en momentos cuando Guri está en capacidad de ofrecer sólo 4 mil megavatios sin ponerse en riesgo.
La magnitud de la situación es tal que el presidente Nicolás Maduro decidió dar una semana feriada a todos los trabajadores, del 19 al 27 de marzo, para tratar de lograr un ahorro de 40% en el consumo de energía. Una situación que luce inexplicable en una nación que en los últimos años ha destinado más de 40 mil millones de dólares para desarrollar su generación térmica y que, sin embargo, padece porque casi 70 % de la potencia termoeléctrica esté indisponible ya sea por falta de mantenimiento, problemas para dotar de los combustibles necesarios a las plantas generadoras y opacidad en el manejo de los recursos asignados al sector, entre otras deficiencias que colocan a Venezuela en una situación incompatible con su naturaleza de país productor de petróleo.