En una primera mirada los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) lucen como una política del Gobierno poco efectiva para hacer frente al problema de escasez que vive Venezuela, por lo que muchos desestiman a estas organizaciones de base; pero cuando se va más allá y se indaga sobre su estructura y sus objetivos estratégicos se puede advertir que son una parte fundamental del reagrupamiento del chavismo en tiempos de alta impopularidad y de medición electoral, y a la vez son una forma de extender el brazo regulador del Estado.
Los CLAP fueron lanzados formalmente al término del primer trimestre del año en lo que parecía un remozamiento del programa “Mercal casa por casa” que se había ensayado años atrás. Lucían como como una vía para llevar los productos básicos directamente a los hogares, con lo cual se pretendió acabar con las colas a las puertas de los establecimientos, en especial en puntos de venta del sector público, y neutralizar a los bachaqueros.
La estrategia en su fase inicial no tenía elementos para sostenerse, ya que el problema de la escasez seguía de trasfondo y no había alimentos para distribuir. De allí que el plan fuera reforzado con la Gran Misión Abastecimiento Soberano, que canaliza mercancía del sector productivo directamente a las redes públicas y a los CLAP, y por una ligera reapertura en las importaciones, que al cierre del primer semestre del año habían caído a niveles mínimos, agravando la paralización de las empresas y agudizando la falta de productos en el mercado.
Los CLAP están integrados por miembros de la comunidad y representantes de la Unión Nacional de Mujeres (UnaMujer), Unidad de Batalla Bolívar-Chávez del PSUV (UBCH), Frente Francisco de Miranda (FFM) y la Milicia.
Responden a la estrategia del punto y círculo para actuar sobre un radio amplio de la comunidad, no sólo a nivel de los habitantes sino de todas las unidades económicas existentes en la zona, ya que tienen la función de supervisar su actividad.
Carmen Menéndez, ex ministra de la Defensa y ahora diputada, ha señalado que el PSUV debe impulsar activamente a los CLAP “porque nos van a permitir conocer las necesidades de la familia. Son una oportunidad que tenemos para nuevamente construir la mayoría y para el renacimiento de nuestro partido”. El acercamiento a la base que proporcionan los CLAP permitirá llegarles a los ciudadanos, según aseguró. “Los vamos a tocar, a sentir, vamos a estar accionando como accionaba nuestro comandante Chávez”.
Tras los resultados electorales del 6 de diciembre el PSUV hizo una revisión total de su estrategia y determinó que se habían presentado fallas para alcanzar los objetivos de movilización de base, como el famoso 1 x 10, entre otros. De allí que se planteó la necesidad de reforzar las UBCH y los Círculos de Lucha Popular, porque habían perdido efectividad al solamente activarse en las coyunturas electorales y no profundizar su relacionamiento cotidiano con la comunidad.
Era necesario idear un esquema de conexión permanente para ganar solidaridades, sumar voluntades al chavismo y obtener rédito político en coyunturas electorales, como un eventual referendo revocatorio.
Desde el Frente Francisco de Miranda se ha empujado el proceso de formación ideológica de los CLAP para reforzar su rol de control social. De hecho, los miembros de estos comités deben “al menos con carácter quincenal” realizar encuentros de debate político y formación.
Cada uno de estos comités viene desarrollando un censo en su zona para levantar información detallada de las familias, sus necesidades alimentarias y de salud, a fin de darles atención, pero también para “organizar el consumo”, ya que serán los CLAP los encargados de distribuir alimentos, medicinas, productos de higiene personal y de aseo del hogar.
El Gobierno quiere cambiar el modelo económico, algo que pasa por erradicar la “cultura depredadora del consumo”, que se presenta en el país “como consecuencia del acoso mediático y la ausencia de un acompañamiento político adecuado por parte de las estructuras del partido y de los actores de gobierno responsables del área”.
También implica un cambio en el mercado. Los altos voceros del Gobierno han afirmado que aproximadamente 70% de la producción de bienes básicos debe canalizarse directamente a las redes estatales para garantizar que llegue a la población objetivo, y sólo el resto irá a los canales privados de comercialización para los segmentos con más poder adquisitivo.
En paralelo se viene impulsando un plan para atender las necesidades de los centros urbanos altamente saturados, para lo cual se promueve la llamada agricultura urbana y la fabricación artesanal de productos de higiene personal y de aseo del hogar, entre otros.
En estas estrategias los CLAP son una pieza clave como organizadores del consumo y como nuevo canal de distribución, desplazando al tradicional, y como coordinadores de la producción en sus zonas para atender las necesidades de la comunidad.
Freddy Bernal, jefe nacional de los CLAP, asegura que estos comités serán “50% distribución-producción y el otro 50% será la información y la formación”.
“Vamos a volver los CLAP una cultura”, asegura.