Los Hijos de María Inmaculada en Venezuela en 1907
Los sacerdotes de la congregación francesa Hijos de María Inmaculada, establecidos en Caracas en marzo de 1903 tuvieron un sueño, que a pesar del tiempo, sigue en pie llenando de brillo una ciudad opacada por el descuido. Ese sueño es la capilla Inmaculada Concepción en el sector Palo Grande, en la avenida San Martín, que para 1922 era la última esquina habitada del oeste de Caracas, en donde se erigió con el fin de brindar guía espiritual a la barriada de El Guarataro.
Historias únicas giran alrededor de este templo, dando fuerza a sus columnas góticas y haciéndolas dignas merecedoras del lugar que ocupan. El padre Augusto Pavageau, asesorado por varios libros de arquitectura, y sin saber de la materia, diseñó en la primera mitad del siglo pasado un ambicioso proyecto pero con un gran problema: su materialización.
Para tal fin, el padre José Calvet organizó, con ayuda de la comunidad, un sistema de recaudación de fondos que consistía en el aporte de un centavo semanal por parte de los feligreses. Así se logró reunir aproximadamente la cantidad de dos millones de bolívares con lo que se pudo empezar en 1922 la construcción de lo que más tarde se conocería como la Capilla del centavo.
En diciembre de 1924 se celebró la primera misa entre escombros y paredes sin frisar; sólo 12 años después El Guarataro tuvo terminada su iglesia de estilo gótico respetando detalles y medidas impuestas por esta corriente artística. Los ventanales, al igual que otras piezas clave para la decoración del espacio fueron hechos y traídos de Francia.
Iglesia del centavo
Gracias al fortalecimiento que le dieron sus feligreses, en 1957 pasó a ser la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes que, a pesar de ser muy alta, tiene la capacidad de albergar sólo a 220 personas, ya que fue construida para ser una modesta capilla. Hoy día recibe 300 feligreses para la misa. A pesar de que fue construida con visión de futuro, puesto que se levantó en un lugar prácticamente agreste, la población creció a un punto inimaginable para sus fundadores.
El sector Palo Grande debe su nombre a un inmenso samán que se encontraba frente a la iglesia. Se decía que su sombra era capaz de cobijar a un ejército de 2.000 hombres y que en él acamparon aborígenes en sus emboscadas contra los españoles, según indican registros locales. Durante la Guerra de Independencia, su sombra acogió en una ocasión las tropas del general Bermúdez y durante la Guerra Federal existió un cuartel allí.
El terremoto de 1967 dejó en esta iglesia muchas pérdidas que fueron reparadas como la del retablo del altar. De sus cuatro campanas hay una que lleva por nombre Santa Teresita de Lisieux, que pesa 1.901 kilogramos y que fue donada por Juan Vicente Gómez. Frente a la iglesia está la plaza donde se encuentra una estatua de la libertad, regalo de la colonia francesa.