Sálvanos de nuevo, Nazareno de San Pablo

Photo by Krys Amon on Unsplash

Sálvanos de nuevo, Nazareno de San Pablo

No es necesario ser creyente para conocer la historia del Nazareno de San Pablo. Basta con haber pasado alguna Semana Santa por Caracas o simplemente tener un poco de curiosidad por el lugar en el que se vive para saber de qué se habla y confirmar por cuenta propia la devoción a la que mueve la imagen sevillana cada Miércoles Santo.

Fachada y Campanario de la Ermita o Templo de San Pablo, construido en 1580 y demolido en 1880. En primer plano se ve la que era la Plaza de San Pablo.

El Nazareno de San Pablo debe su nombre a su primera casa: la iglesia de San Pablo ermitaño. Dicho templo fue demolido durante el gobierno de Guzmán Blanco en 1880 para levantar el Teatro Municipal. Se dice que desde ese momento la imagen fue trasladada a la Basílica de Santa Teresa, construida en honor a la esposa del ilustre americano, no obstante la leyenda señala que la inmediata construcción del templo dedicado a la Santa de Ávila se debió a la presencia del Nazareno que sentía Guzmán Blanco al visitar el palco presidencial del Teatro Municipal y, sobre todo, a que una noche escuchó que él le preguntó: -Antonio, ¿dónde está mi iglesia?

Es probable que ninguna otra imagen religiosa en Venezuela esté rodeada de tantas leyendas.

Se cree que la imagen del Nazareno fue tallada en madera de pino por el conocido escultor cordobés Felipe de Ribas (1609-1648). La historia señala que cuando estaba tallándola tuvo una revelación en la que el propio Nazareno le decía: -¿Dónde me has visto que me hiciste tan perfecto?

“El Nazareno de San Pablo Tuvo una casa y la perdió y tuvo un patio y una tapia y un limonero y un portón, ¡malhaya el golpe que cortara el limonero del Señor! Andrés Eloy Blanco

Otras fuentes atribuyen la imagen a José Cristiano Molinero, un canario que vivía en Carayaca y que la talló aproximadamente en 1641 con madera de cedro. El artista sirvió de modelo, pero no con exactitud, porque tenía la idea de que si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, pues la imagen también debía tener una semejanza con él, pero no debía ser su copia.

El Nazareno de San Pablo en El Cojo Ilustrado, foto de Lessmann

Pero tal vez la leyenda más conocida del Nazareno de San Pablo se deba a lo ocurrido en 1697, cuando la joven ciudad de Caracas se vio azotada por una epidemia de escorbuto, una enfermedad que se produce por la carencia de vitamina c. Los fieles al verse condenados a morir por la peste solicitaron al clero del templo sacar la imagen en procesión para rogar por la salud de los enfermos. Fue durante esa procesión, al pasar por una huerta cercana a la iglesia de San Pablo, cuando la corona de espinas de la imagen quedó enredada en un limonero y se entretejió con las ramas, por lo que al tratar de soltarla para continuar su paso los limones cayeron al suelo. Los fieles interpretaron esto como una señal divina y recogieron los limones para preparar una medicina. Se dice que gracias a los limones del Nazareno los enfermos sanaron “milagrosamente” y la peste se apartó de la ciudad.

Lo interesante de la historia del Nazareno de San Pablo es lo mucho que revela de nosotros como nación, de nuestra forma de ver y enfrentarnos con el mundo.

Todo está allí. Las decisiones arbitrarias desde el poder (Guzmán Blanco manda a destruir una iglesia y a construir otra a los pocos metros); la creación de un entorno sobrenatural que justifique y alimente el valor que le otorgamos a algo (los escultores tienen una relación en la que la divinidad interviene en la creación de la talla); y la más importante: la necesidad de esperar por el Mesías (el enviado, el elegido, el lider) para rescatarnos de un determinado problema (la enfermedad, la procesión, los limones y la cura milagrosa).

La historia del Nazareno de San Pablo es una hermosa tradición que debe protegerse y mantenerse, el problema reside en nuestra incapacidad (personal y colectiva) de ver nuestro entorno sin el velo de los mitos. Esto es lo que hace imposible vislumbrar la posible solución a la peste. Los limones, que resultaron ser la medicina anhelada, siempre estuvieron allí, cerca de la ermita de San Pablo. ¿Será que podemos darnos cuenta de cuáles son los limones milagrosos para curar la peste de hoy?

Reseña

Carlos Eduardo Misle, Sabor de Caracas, 1980, Banco de Venezuela, Caracas.

El Nazareno de San Pablo, leyenda y mito de la fe caraqueña