Simón Bolívar

Simón Bolívar

Además de ser el Libertador de buena parte de América, fue presidente de Venezuela y la Gran Colombia en sus convulsos primeros años.

Nació en Caracas 24 de julio de 1783. Perdió a su padre a los tres años y su madre a los nueve años. Quedó por algún tiempo al cuidado de su abuelo Feliciano Palacios y de sus tíos maternos, junto con sus dos hermanas y su hermano Juan Vicente. Huérfano, prometido a una riqueza considerable, heredero presunto de plantaciones extensas, esclavitudes y casas, no tuvo una infancia feliz ni una educación sistemática. Entre sus maestros ocasionales figuraron hombres distinguidos y, particularmente, Simón Rodríguez y Andrés Bello. En 1799, muerto el abuelo, resolvieron los tíos enviarlo a España a realizar estudios. Es su primera salida al exterior. Un navío de vela lo lleva por el Caribe a través de México y La Habana para finalmente tocar en Santoña, cerca de San Sebastián. En el Madrid de Carlos IV cuenta con la ayuda de sus tíos Esteban y Carlos Palacios y muy especialmente del marqués de Ustáriz, en cuya casa estuvo alojado por un tiempo. Recibió la educación de un joven de clase alta de la época: lenguas extranjeras, danza, matemáticas, equitación, historia. Conoce a María Teresa Rodríguez del Toro, sobrina del marqués del Toro, se enamora apasionadamente y decide casarse. Viaja y hace una primera y corta visita a París. El 26 de mayo de 1802, no cumplidos sus 19 años, se casa con Maria Teresa en Madrid y regresa a Venezuela. Es entonces cuando ocurre la terrible desgracia que va pesar decisivamente sobre su destino futuro. El 22 de enero de 1803, apenas ocho meses después de su matrimonio, su esposa muere en su casa en Caracas Abatido y desesperado resuelve volver a Europa en octubre de 1803. Permanece en Madrid poco tiempo y para mayo se halla en París. Permanecerá en Europa por tres años y medio.

Formación

En París encuentra a su antiguo maestro Simón Rodríguez. Esta es una época decisiva para su formación intelectual y la orientación de su actividad futura. Dolorido y desconcertado por su drama personal deseoso de olvido se entrega a la vida europea con sedienta pasión. Rodríguez combate con relativo éxito su inclinación a los placeres y lo induce a leer las obras fundamentales de la literatura política y filosófica de la época especialmente Montesquieu, Rousseau, Voltaire y los grandes enciclopedistas. Es tiempo de grandes novedades en el escenario de las ideas y de la política. El cónsul Bonaparte se encamina a convertirse en el emperador Napoleón. Las guerras napoleónicas cambian el mapa político. Está en juego el dominio del mundo y la posibilidad de un cambio del rumbo de la historia. Están frescas las enseñanzas de la Revolución Francesa. En ese vasto y fascinador teatro el joven Bolívar busca su rumbo. Viaja con Rodríguez en jornadas de reflexión y de descubrimiento. Es entonces cuando se define su decisión de consagrarse a luchar por la independencia de América Hispana. El 15 de agosto de 1805 en Roma en presencia de Rodríguez, jura consagrar su vida a esta empresa desmesurada y que parecía imposible.

A fines de 1806 sale de regreso de Europa rumbo a los Estados Unidos. Entre enero y junio visita las principales ciudades de la flamante república y conoce de cerca personajes y testimonios de su lucha por la libertad. Regresa a Caracas en junio. Parece reintegrarse a su vida normal de criollo rico, a su familia y sus haciendas, pero es evidente que no ha abandonado la decisión tomada en Roma. Se mezcla con algunos grupos que conspiran, particularmente a raíz de la invasión de España por Napoleón y de la creación en la Península de las Juntas de resistencia al usurpador extranjero. Por estas actividades es confinado en 1808, junto con otros jóvenes distinguidos, a sus fincas del Tuy. Allí lo sorprende el 19 de abril de 1810, cercano a cumplir los 27 años.

Vida pública: Primera República

En este punto comienza la vida pública de Bolívar. La Junta de Caracas designa para presidir la misión que, junto con Luis López Méndez y Andrés Bello como Secretario, se dirige a Londres a explicar la situación y a buscar apoyo del gobierno británico. Es una empresa difícil por la equivoca situación oficial de la Junta, que aparece ostensiblemente como defensora del rey legitimo contra la usurpación francesa y por la cooperación de las fuerzas inglesas en la resistencia española. Es la primera vez que Venezuela actúa por su cuenta ante una potencia extranjera y se logra lo más que era posible para el momento: comprensión del Gabinete de Londres y contactos con personajes influyentes. También se encuentra por primera vez con Francisco de Miranda y lo incita a regresar a Venezuela. Para diciembre está de nuevo en Caracas junto con Miranda y otros patriotas coopera en las actividades de la Sociedad Patriótica, que es el centro más activo de propaganda de las ideas de independencia y república. El 3 de julio de 1811 pronuncia allí su primer discurso político. Se incorpora como oficial a las fuerzas que dirige el general Miranda contra la insurrección que ha surgido en Valencia (julio-agosto 1811). Comienza una época de intensa actividad. Está en Caracas cuando ocurre el terremoto de 1812 y pronuncia las temerarias palabras de la plaza de San Jacinto. En la organización que ordena Miranda para enfrentar la ofensiva del capitán de fragata Domingo de Monteverde es designado con el grado de Coronel Comandante Político y Militar de la plaza de Puerto Cabello. Por causa de una traición se pierde la fortaleza. Este inesperado fracaso, que contribuye a la ruina de la Primera República, lo conturba y desespera y repercutirá profundamente en su conducta ulterior. En la profunda confusión que sigue a la Capitulación de Miranda concurre con otros compañeros de armas a detenerlo en La Guaira. Después de un mes de difícil y amenazada situación logra salir a Curazao el 27 de agosto y en octubre se traslada a Cartagena de Indias.

Cartagena

Es a partir de entonces cuando Bolívar comienza a revelar su verdadera dimensión humana. Dos grandes propósitos lleva: “...libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a ésta de la que padece...”. Se dirige al Congreso neogranadino ofreciendo sus servicios y lanza el primero de sus grandes documentos políticos. Describe las causas de la pérdida de la República en Venezuela y establece las que van a ser las bases de su pensamiento y su acción. La causa primordial de los males fue, para él, la contradicción insoluble entre la realidad social y la estructura federal que él juzgaba débil e impotente para enfrentar los males y salvar la Independencia.

Asoman por primera vez conceptos que van a convertirse luego en convicciones fundamentales de Bolívar: -Necesidad de un gobierno centralizado y fuerte. -Hostilidad hacia los ideólogos partidarios de instituciones imprácticas e inadecuadas -Necesidad de la estrecha unión entre la Nueva Granada y Venezuela -Concepción de la independencia como un proyecto continental.

Primeras acciones militares

Al servicio de la Nueva Granada entra en acción militar en 1812. En su condición de Comandante de la posición de Barranca donde llevó a cabo una acción contra la posición fortificada de Tenerife, la cual fue tomada el 23 de diciembre. Después tomó por asalto Plato y Zambrano. El 27 de diciembre entró en Mompós y tres días más tarde tomó por asalto a Guamal y al día siguiente a Banco. Con las acciones de Chiriguaná y Tamalameque concluyeron las operaciones de Bolívar en el bajo Magdalena. El 8 de enero de 1813 entró victorioso en Ocaña.

Campaña Admirable

Persiste en su objetivo de invadir a Venezuela y finalmente obtiene autorización el 7 de mayo de 1813. El 14 de mayo de ese año, inicia la Campaña Admirable. En tres meses de operación despliega sus condiciones de jefe militar: la rapidez de decisión, la celeridad de los movimientos y la energía sin desfallecimiento para decidir y para actuar. Es entonces cuando lanza la [download id="2077"] en Trujillo en una tentativa extrema de dar un sentido nacional a la guerra; que separara definitivamente a los venezolanos de los españoles. Comprende la necesidad fundamental de hacer de la independencia una causa popular y terminar con lo que, hasta entonces, era más una lucha destructiva entre venezolanos que el esfuerzo de un país por liberarse de una dominación extranjera. La campaña admirable resulta una hazaña militar, las tropas marcharon 7 días con el agua por la cintura, primero debieron pasar El Arauca para luego recorrer la cordillera andina.

El grueso de las fuerzas contra las que había que luchar estaba constituido por hijos de Venezuela, que débiles y casi muertos siguieron con Bolívar. Fueron recibidos en los pueblos con profunda emoción y esperanza, enfrentaron las batallas de Corrales, Gámeza y el Pantano de Vargas. Finalmente en agosto entra en Caracas como general victorioso y jefe de la nueva situación política. Es el Capitán General de los Ejércitos de Nueva Granada y Venezuela, y la Municipalidad le da el título de Libertador en octubre de ese año 1813 y el empleo de Capitán General, equivalente a General en Jefe.

Primer gobierno

A partir de 1813 y hasta unos meses antes de su muerte en 1830, Simón Bolivar ejerció el poder supremo en Venezuela (y luego en la Gran Colombia) en varias oportunidades y con diversas denominaciones, aunque no fue de un modo continuo.

Desde comienzos de marzo hasta comienzos de agosto de 1813, en su condición de Brigadier General nombrado por el Congreso de la Nueva Granada y como jefe del Ejército Libertador, Bolívar asume el mando del territorio venezolano que va libertando en el curso de la Campaña Admirable. El 6 de agosto entra victorioso en Caracas y el 8 anuncia en una proclama, que la República de Venezuela ha renacido bajo los auspicios de Congreso neogranadino; poco después crea 3 Secretarías para el despacho de los asuntos gubernativos:

Guerra y Marina,

Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda

Gracia, Justicia y Policía.

El 13 de ese mismo mes incita a Francisco Javier de Ustáriz a redactar un plan de gobierno provisorio para Venezuela. La autoridad de Bolívar se extiende sobre las provincias de Mérida, Margarita, Trujillo Barinas y de Caracas.

El general Santiago Mariño, que de enero a agosto de 1813 ha libertado la zona nororiental de Venezuela, ejerce el mando supremo en dicha zona desde la ciudad de Cumaná. Las provincias de Guayana y de Maracaibo siguen en poder de los realistas, así como ciertos lugares de Caracas, en Coro y Puerto Cabello. El 14 de octubre de 1813, las autoridades civiles, entre ellos Cristóbal de Mendoza en nombre del pueblo venezolano nombran a Bolívar Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y le confieren el título de Libertador; a partir de ese momento, usa en los documentos oficiales la fórmula “Simón Bolívar, Libertador de Venezuela y General en Jefe de sus Ejércitos”.

El 2 de enero de 1814, ante una Asamblea popular reunida en el convento de San Francisco de Caracas, Bolívar da cuenta de sus actuaciones como general y como gobernante, y los 3 secretarios rinden también informes de lo realizado en sus respectivos despachos; la Asamblea confirma a Bolívar en el mando del Estado y de las Fuerzas Armadas de la República. Tanto el acto del 14 de octubre de 1813 como el del 2 de enero de 1814 tienen por resultado que la autoridad que había venido ejerciendo Bolívar como Brigadier de la Nueva Granada emanase ahora de un mandato del pueblo venezolano.

El Libertador inicia conversaciones con los emisarios del general Santiago Mariño y luego con este general mismo, a fin de lograr un acuerdo que unifique los gobiernos de oriente y del centro-occidente para constituir un solo Estado de Venezuela; aunque los 2 jefes obran de acuerdo en las operaciones militares, la unificación política no se lleva a cabo. Con la Emigración a Oriente, a partir del 7 de julio de 1814, Bolívar pierde la sede del gobierno (Caracas) y en la práctica ejerce el mando solamente del ejército. En los primeros días de septiembre, Bolívar y Mariño ven su autoridad desconocida por sus compañeros de armas, y ya sin mando efectivo ni político ni militar, se embarcan en Carúpano hacia Cartagena de Indias el 8 de agosto de 1814.

Cartagena

Lo que le aguarda es un año de terribles pruebas y de inmensas dificultades. El país, en su mayoría, parece sostener el régimen tradicional; en las propias filas patriotas cunden la indisciplina y las rivalidades; hay que combatir continuamente en una guerra sin tregua y sin decisión final. No se puede constituir un régimen institucional y tan solo hay como base y guía su autoridad, no siempre reconocida por otros jefes. Surge la figura de José Tomás Boves en los llanos. Al frente de montoneras a caballo, en una guerra profundamente adaptada al medio y al carácter de los llaneros, sin más armas que la lanza y el caballo, sin bagajes ni impedimenta, en movilidad continua y en número creciente invaden el centro, asolan los pueblos y derrotan las fuerzas patriotas. A veces Bolívar logra una victoria que parece cambiar la situación, como en Araure, pero las consecuencias duran poco en aquel estado de disolución general. Se combate continuamente y en todas las formas. Finalmente hay que abandonar a Caracas y emigrar hacia el oriente seguido por una gran parte de la población de la ciudad. En esa heroica e infortunada tentativa que concluye cuando Bolívar desde Carúpano sale casi solo para Cartagena, dejando algunas fuerzas dispersas y mal avenidas que no tienen esperanza de victoria, se ha completado su figura histórica. Su tenacidad, su imbatible energía, su conocimiento del país y de los hombres, su sentido de la oportunidad histórica y su grandiosa visión de conjunto han alcanzado su dimensión definitiva. Con las reliquias del ejército, que ha logrado llevar Urdaneta hasta Nueva Granada, el Libertador lucha de nuevo a las órdenes del gobierno neogranadino. En ocho meses de actividad sin tregua libera a Bogotá, baja por el Magdalena y llega a Cartagena, donde le niegan la ayuda que pide para marchar a libertar a Venezuela.

Destierro en Jamaica

El 8 de mayo de 1815 se embarca para Jamaica, en busca de auxilios para emprender una nueva campaña. En Kingston, el 6 de septiembre, publica uno de los más singulares documentos de la historia y del pensamiento de Hispanoamérica. Describe el más completo y deslumbrante panorama de la situación y del futuro del continente. Revela un conocimiento notable de los diferentes aspectos del conjunto de los pueblos americanos, señala sus características propias con aguda percepción y se lanza a trazar las posibilidades de futuro de los distintos países con previsión profética.

Espera persuadir al resto de Europa de ayudar a la causa americana en beneficio de sus propios intereses comerciales y en bien del equilibrio internacional. Analiza el pasado histórico, la situación de pasividad de la sociedad del Nuevo Mundo señala lo inadecuado de las instituciones liberales y federales a la realidad social y la ruina que este desacuerdo ha provocado. Es entonces cuando pasa a señalar las vastas posibilidades del futuro. Indica la posibilidad de que se formen un conjunto de estados que podrían ser: México, la América Central, donde podría crearse un gran centro mundial, la Nueva Granada unida a Venezuela con el nombre de Colombia. Anuncia la anarquía argentina y prevé la dominación de los militares, anuncia para Chile la posibilidad real de una República.

El ejército expedicionario España de general Pablo Morillo había llegado en mayo de 1815 dominando casi todo el territorio venezolano y sometiendo también a la Nueva Granada.

Haití

Muy pronto pasa a Haití donde se reúne con numerosos jefes venidos de la derrota. Consigue el apoyo generoso del gobernante del sur de Haití, Alejandro Petión, para preparar una nueva campaña. Allí se le suma también de un modo decisivo, con barcos y dinero, el armador de Curazao, Luis Brión. Con la experiencia acumulada en la larga e infortunada lucha, con una visión más completa del problema social, que se le agudiza con lo que ha conocido del pasado de Haití y con la insistencia de Petión en la necesidad de justicia para los negros, concibe una acción de más contenido popular que pueda lograr el apoyo de las masas. Mantiene intransigentemente la necesidad de la jefatura única. Logra partir la expedición llamada de Los Cayos el 31 de marzo de 1816.

Llega a Margarita y desmbarca en Juangriego el 3 de mayo de 1816, a la cabeza de la Expedición de Los Cayos, en compañía del general Mariño y es admitido solemnemente como Jefe Supremo, formula la promesa de convocar prontamente un congreso para restablecer el Estado y pasa a tierra firme. El día 6, en una Asamblea celebrada en Santa Ana del Norte, el Libertador es ratificado como Jefe Supremo de la República y de los Ejércitos. Pero las circunstancias de la guerra no le permiten constituir un gobierno estable durante todo el resto del año 1816 y los primeros meses de 1817; en la práctica, él ejerce solamente el mando de las fuerzas que se hallan a sus órdenes inmediatas y a veces, ni siquiera esto, como ocurre en julio de 1816 después de las derrotas de Los Aguacates y de Ocumare de la Costa, que lo obligan a buscar refugio y recursos de nuevo en Haití. Durante todo este período, lleva el título que le había sido conferido en Santa Ana del Norte. El 28 de diciembre de 1816, habiendo llegado a la isla Margarita al mando de la Expedición de Jacmel dirige una proclama a los venezolanos anunciando su propósito de convocar al Congreso Nacional; pero las circunstancias de la campaña en tierra firme no hacen factible llevarlo a cabo por entonces; tampoco logra consolidarse el intento del Congreso de Cariaco para restablecer el régimen federal de la Primera República nombrando a Bolivar como uno de los triunviros en compañia de Fernando Rodríguez del Toro y de Francisco Javier Mayz.

A comienzos de 1817; bajo la jefatura del general Manuel Piar, se aprestaban a libertar a Guayana. No existe unidad de mando. Ante esa situación Bolívar debe resolver previamente cuestiones fundamentales y antes que todo el reconocimiento eficaz de su jefatura suprema. Al mismo tiempo para acallar celos y suspicacias anuncia clara y oportunamente su propósito de convocar un congreso para organizar la república y debe, por fruto de las lecciones del pasado y de lo que ha visto en Haití, profundizar el contenido social del movimiento por la independencia. Todo esto lo anuncia solemnemente desde Margarita. Con su tenacidad, su aprovechamiento de las circunstancias y la ayuda decisiva de algunos jefes, principalmente de Piar en Guayana y de Páez en las llanuras de occidente, logra cambiar la situación y darle un nuevo empuje a la lucha. La toma de Guayana le asegura una base inexpugnable de operaciones en fácil comunicación con el interior y con el exterior a través del Orinoco. Prepara planes de campaña, organiza el ejército, intenta operaciones sobre el centro y se preocupa por darle profundidad y contenido a la revolución. Inicia la publicación del Correo del Orinoco en Angostura y se convierte en la conciencia doctrinaria de aquella larga lucha y en el mejor instrumento de propaganda y prestigio intelectual, y convoca un Congreso para darle una nueva y definitiva organización al Estado que todavía disputa su derecho a existir en los campos de batalla. En un gesto supremo y trágico de afirmación de la unidad de mando y disciplina hace fusilar al general Piar, uno de los más distinguidos y meritorios jefes patriotas, que había prestado grandes servicios.

A mediados de 18 de julio de 1817, con la entrada de las fuerzas republicanas en la ciudad de Angostura evacuada por los realistas y el 3 de agosto en los castillos de la antigua Guayana la República renace.

Bolívar establece la sede del gobierno en Angostura. que se convierte en la capital de la Venezuela republicana. Con el título de Jefe Supremo de la República que le había sido conferido anteriormente en Santa Ana del Norte y que no había dejado de llevar el Libertador rige el Estado y comanda el Ejército hasta febrero de 1819.

Para la mejor organización de las Fuerzas Armadas crea el 24 de septiembre de 1817 el Estado Mayor General: para la administración de justicia restablece el Poder Judicial por decreto (6.10.1817); El 30 de octubre de 1817 el Consejo de Estado, cuya sede permanente está en Angostura y que sesiona también durante los periodos en los cuales el Libertador sale a campaña.

El 5 de noviembre de 1817, hallándose en Angostura, completa la organización de los poderes públicos creando un Consejo de Gobierno formado por un Presidente y 2 vocales, que son, respectivamente el almirante Luis Brión, el general de división Manuel Sedeño y el intendente general Francisco Antonio Zea; este cuerpo ejecutivo asegura la continuidad en las funciones de la Administración Pública cuando Bolívar sale a campaña. En este caso, el Libertador transmite sus órdenes y disposiciones como Primer Magistrado a través del Secretario de Estado de Guerra y Marina o del Jefe del Estado Mayor General, quienes le acompañan. En octubre de 1818, informa al Consejo de Estado su propósito de convocar a elecciones para la reunión del Congreso Nacional; aprobada esta medida, se elabora un reglamento electoral y habiéndose llevado a cabo los comicios en el territorio libre de la República y en cada una de las divisiones de las Fuerzas Armadas, los diputados se van congregando en Angostura a comienzos de febrero de 1819.

Congreso de Angostura

El 15 de febrero de 1819 el Libertador instala el Congreso de Angostura hace el simbólico y ejemplar gesto de renunciar al mando y pronuncia el más importante de sus documentos políticos: el Discurso de Angostura. Es un panorama penetrante y sincero de la situación del país y de las perspectivas del futuro. Alerta contra la imitación de instituciones tomadas de otros pueblos de historia con composiciones diferentes al nuestro. Señala como primera necesidad, la unión con la Nueva Granada y la creación de Colombia. Pide un orden de legalidad y justicia; pero alerta contra la anarquía y el exceso ideológico. Exige la libertad de los esclavos y la garantía de la igualdad. Entrega al presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea, su bastón de mando de general y se pasa a designar un Presidente interino, es elegido Francisco Antonio Zea por aclamación, Bolívar le toma juranmento y se retira.

El Congreso entra a debatir la elección de Presidente de la República y acuerda que mientras duren los debates se le pida a Bolívar que reasuma el poder por 24 o 48 horas. A pesar de que el Libertador, de palabra y por escrito, insistió en su renuncia e instó por el nombramiento de Zea como presidente titular, el Congreso lo nombró a él; el 17 de febrero Bolívar se juramentó como Presidente de Venezuela. A partir de ese momento, usará en los documentos oficiales la denominación de “Libertador Presidente de la República de Venezuela” y asi refrenda el 21 de febrero de 1819 un Reglamento provisional para la Presidencia de la República, que el Congreso había aprobado el día 18. Cuando el Libertador sale a campaña poco después, Zea (que había sido elegido vicepresidente de la República) queda a la cabeza de la administración en la capital, mientras que Bolívar recibe del Congreso facultades extraordinarias para la conducción de la guerra. Después de la liberación de la Nueva Granada en agosto de 1819, Bolívar nombra al general Francisco de Paula Santander vicepresidente de la Nueva Granada. Durante los meses siguientes, siempre ejerce el mando supremo tanto en Venezuela como en la Nueva Granada. El 17 de diciembre de 1819, a proposición de Bolívar, el Congreso de Angostura crea la República de Colombia (hoy llamada históricamente Gran Colombia) con los territorios de Venezuela, Nueva Granada (que es denominada en esa época Cundinamarca) y Ecuador. Desde ese momento, encabeza Bolívar sus documentos como “Libertador Presidente de la República de Colombia”; debe tenerse en cuenta, sin embargo, que su autoridad sólo se ejercía de hecho en los territorios ya libres de Venezuela y Nueva Granada.

El 6 de enero de 1820, el Congreso de Angostura le ratifica el título de Libertador. Mientras Bolívar está en campaña, dirigen la Administración Pública un vicepresidente de la República con sede en Angostura: Juan Germán Roscio y Santander como Vicepresidente de la Nueva Granada. En su calidad de Presidente de la Gran Colombia, suscribirá Bolivar el 25 y el 26 de noviembre de 1820 los Tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra concluidos con el general en jefe realista Pablo Morillo.

Nuevos problemas

Cesa el armisticio. Morillo ha regresado a la Península y queda al mando de las tropas realistas el mariscal de campo Miguel de la Torre. Bolívar organiza cuidadosamente la campaña final en Venezuela. Concentra sus fuerzas en San Carlos y el 24 de junio de 1821 obtiene, en la sabana de Carabobo, la rápida y definitiva victoria que sella la independencia de Venezuela. En los 6 años de lucha y de esfuerzo, desde su vuelta de Haití ha logrado cambiar radicalmente la situación. Venezuela y Nueva Granada liberadas han constituido a Colombia; cuenta con fuerzas veteranas y recursos para intentar completar en escala continental la inmensa obra de la Independencia. Pero no han cesado las dificultades.

Campaña del Sur

La Campaña del Sur va a emprender inmediatamente después de Carabobo. No lo acompañarán los grandes jefes que se han distinguido en la guerra de Venezuela: José Antonio Páez, Santiago Mariño, Rafael Urdaneta, sino hombres nuevos o menos conocidos hasta entonces, Antonio José de Sucre, Juan José Flores, Bartolomé Salom, Manuel Valdes. Un nuevo teatro, muy distinto de aquél en el que hasta entonces se había movido su actividad desde Caracas a Bogotá, va a abrirse en la campaña del Sur. Va a penetrar en la parte central de la costa pacífica y de los Andes, en una realidad geográfica y social muy diferente. La población es predominantemente indígena, formada en las tradiciones de sumisión milenaria del imperio incaico, y sobre ella, a lo largo de los siglos coloniales, se había establecido una oligarquía tradicionalista y señorial. No se había producido allí nada parecido a la guerra popular que se desató en Venezuela; no se había operado cambio importante de las estructuras sociales y el Estado español mantenía grandes recursos, fuerzas militares poderosas y una casta criolla muy adicta a las viejas formas sociales. A Bolívar se le veía como un peligroso revolucionario, representante de una rebelión popular y de formas bárbaras y elementales de poder. Para estas nuevas y extrañas circunstancias cuenta con la preciosa colaboración de un hombre excepcional que es Antonio José de Sucre. Lo ha destacado a Quito y Guayaquil con una reducida presencia militar. Para llevar por tierra el ejército hasta el Ecuador, Bolívar tropieza con la desesperada y tenaz resistencia de los realistas de Pasto.

Arriesgándose y procediendo con toda energía logra derrotarlos en Bomboná y abrir el paso hacia el sur. En el Perú están las fuerzas argentinas, chilenas y peruanas que comanda el general José de San Martin Después de alcanzar la libertad de Chile, han logrado invadir la costa del Perú y llegar a Lima. El Virrey, con el grueso de sus fuerzas, se repliega a la sierra, donde cuenta con recursos de toda especie para amenazar la frágil independencia proclamada en Lima. Sucre logra una Victoria decisiva en la batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822 y luego Bolívar, con gesto audaz y previsivo, anexa a Guayaquil. San Martin y él no sólo representaban dos fuerzas diferentes sino, aún más, dos concepciones políticas incompatibles. San Martín veía con temor la amenaza de una revolución social en aquellas tierras y favorecía una forma de independencia negociada con España, que pudiera llegar a conservar la forma monárquica, siguiendo en cierto modo el ejemplo del Brasil. Bolívar consideraba una revolución democrática que proclamara la república, la libertad y la igualdad. En la entrevista que celebran en Guayaquil, el 26 de julio de 1822, se pone de manifiesto esta disparidad de concepciones. San Martín sin recursos suficientes para intentar la lucha contra las fuerzas del Virrey en la sierra peruana; sin posibilidad de recibir refuerzos argentinos y chilenos, aspira a que el Presidente de Colombia le ofrezca un apoyo militar, que no altere la situación política que ha favorecido en el Perú. No hay entendimiento y el general San Martín, en un gesto de altura y desprendimiento, resuelve retirarse y dejar el campo abierto a la presencia de Bolívar. Lima y la costa, que habían proclamado la independencia, quedan en acefalía y desamparo ante la amenaza del ejército virreinal de la sierra. Es un tiempo de gobiernos nominales e inestables y de pugnas internas. Bolívar llega a Lima y se percata de lo grave y frágil de la situación. Deja a Sucre como su representante y se retira a Trujillo en el norte del Perú. En medio de la anarquía, del fracaso de algunas tentativas de acción guerrera y de turbias componendas para buscar un arreglo con España, la situación se plantea en términos extremos. No se mira otra posibilidad de derrotar las fuerzas españolas que la que ofrece Bolívar. Para la campaña que se le presenta no cuenta con los refuerzos de Bogotá. Con la cooperación de Sucre y con el apoyo de los restos de las fuerzas argentinas, chilenas y peruanas que se le han dado a su mando, emprende una de sus más difíciles y aventuradas empresas militares. En su avance a través de los Andes.

Junín y Ayacucho

Derrota en la pampa de Junín, el 6 de agosto de 1824, al ejército de operaciones de la sierra que manda el general español José de Canterac. Esta acción debilita y pone a la defensiva al hasta entonces victorioso ejército real del Perú. Bolívar ha entrado en ese momento de lleno a una nueva realidad de la política continental. Se hace sentir su presencia en las fronteras de los grandes Estados del sur: Brasil, Argentina, Chile, Paraguay. La dinámica de la acción militar lo lleva inexorablemente a una concepción política para el continente entero. Lo que se plantea en ese momento no es ya sólo la independencia del Perú, sino la organización futura de toda la América del Sur con la perspectiva de crear una nueva y poderosa presencia en el panorama del mundo. Mientras más crece el teatro y la magnitud de su empresa más se hacen sentir las incomprensiones y las resistencias en su Colombia. Se le regatean los refuerzos y los recursos; se critica aquella lejana y complicada acción, se piensa que se corren riesgos innecesarios y que se sacrifican bienes inmediatos a un remoto e inaccesible delirio de grandeza. Esta actitud llega hasta el punto de que el Congreso de Bogotá que le retira no sólo los poderes extraordinarios como Presidente en campaña que le habia conferido, sino hasta el mando mismo del ejército el 9 de julio de 1824 mientras él se mantiene en la costa organizando un ejército de reserva, Sucre queda con el mando de las fuerzas de la sierra. Después de una serie de hábiles movimientos y marchas los ejércitos del Virrey y de Sucre se enfrentan el 9 de diciembre de 1824 en la alta meseta de Ayacucho. La Victoria es total y definitiva. Ha concluido con ese triunfo la larga guerra de 14 años que Bolívar ha encabezado y mantenido por la libertad de América.

Ante el triunfo de Ayacucho Bolívar convoca desde Lima, el 7 de diciembre de 1824, el Congreso de Panamá que se reunirá en 1826.

El 22 de diciembre de 1824 Bolivar envía desde Lima su dimisión de la Presidencia de Colombia, en comunicación oficial dirigida al Presidente del Senado, pero no le es admitida, y en ausencia suya (mientras él recorría el Perú y Bolivia) se llevan a cabo en la Gran Colombia elecciones para la Presidencia y Vicepresidencia.

Es aquél el momento de la culminación de Bolívar. Es a los ojos de todos el hombre más poderoso del continente y el árbitro de los destinos de las naciones recién libertadas. Marcha al Alto Perú en un desfile triunfal; dicta decretos de profundo contenido político y social, elimina de un plumazo la centenaria servidumbre de los indígenas, crea a Bolivia. Piensa en un momento llegar hasta el Rio de la Plata, de donde lo invitan a intervenir como pacificador en las pugnas que enfrentan a Brasil, Uruguay, Argentina y poner término a la tiranía de Gaspar Rodríguez de Francia en el Paraguay.

Bolivia, el nuevo Estado que llevará su nombre, será presidido por el mariscal de Ayacucho. Bolívar elabora para la Constitución de Bolivia un texto que refleja fielmente sus preocupaciones de tantos años y su búsqueda de estabilidad para los gobiernos por medio de un Presidente vitalicio y un Vicepresidente designado por éste, que compartirán las tareas del gobierno. Se proponía, en esta forma, lograr una Confederación de los nuevos Estados libertados por él, desde Colombia hasta el Perú y Bolivia, con un Presidente vitalicio, que sería él, para asegurar la unidad de dirección y de propósitos y Vicepresidentes locales que dirigieran con sus respectivos congresos la administración de cada nación. Era la manera en que él veía posible crear un vínculo duradero a la sombra del prestigio de su persona y del ejército, pero esto al mismo tiempo servirá para alimentar suspicacias y oposiciones y para estimular las tendencias de los jefes locales hacia un separatismo que pudiera favorecerlos. Entre las miras de Bolívar y las de los prohombres lugareños había muy poco en común. En la misma medida en que se amplía ilimitadamente el campo de su acción aumentan las dificultades para mantener la unidad de dirección y de propósitos. Su inmensa autoridad que ha sido la fuerza decisiva para alcanzar tan vastos resultados, inspira desconfianza y recelos. En cada una de las viejas comarcas históricas en que estuvo dividido el imperio español resurge el particularismo, el deseo de la autonomía propia y la incomprensión inevitable por el vasto designio político bolivariano.

Los hombres que alcanzan el poder local a la sombra de la guerra sienten la autoridad de Bolívar como un estorbo. Las primeras y más alarmantes señales de resquebrajamiento aparecen en su nativa Venezuela en el mismo año en que el Congreso de Panamá debía marcar la consolidación de sus ideales. Los descontentos con la unión colombiana rodean a Páez, cuya autoridad ha crecido de manera avasalladora en Venezuela, y aprovechan un incidente surgido con el gobierno de Bogotá para llevar la situación a un grave punto de ruptura y desconocimiento.

En la Nueva Granada se ha ido formando un núcleo de resistencia antíbolivariana en torno al Vicepresidente Santander. Están en contra del sistema de la constitución boliviana y al mismo tiempo esperan que Bolívar aplaste la insubordinación de Páez en Venezuela. Bolívar que había podido soñar con la posibilidad de retirarse después de completada la etapa militar de la Independencia, se encuentra más atado que nunca a la dura obligación de defender su obra. Regresa a Bogotá donde encuentra abiertas señales de discordia y división y vuelve a Venezuela, después de 5 años de ausencia. Sera la última visita a su tierra natal. Con el enorme peso de su autoridad y en una delicada mezcla de firmeza y tolerancia, que disgusta a Bogotá, logra apaciguar a Páez y a sus amigos y evitar la ruptura y acaso la guerra civil. La experiencia es dura y le revela la profundidad del mal y las dificultades crecientes para mantener la unión.

A consecuencia de los sucesos de “La Cosiata” el Libertador regresa a la Gran Colombia, llega a Bogotá el 14 de noviembre de 1826 y recibe el Poder Ejecutivo de manos de Santander. Pocos días después, el 25, sale hacia Venezuela, provisto de facultades extraordinarias para restablecer la paz en su país natal. Santander vuelve a encargarse de la Presidencia durante la ausencia de Bolívar, y ejerce el mando sobre Nueva Granada y Ecuador, mientras Bolívar lo ejerce en Venezuela; durante ese período el Libertador tiene su lado, como Secretario General, a José Rafael Revenga.

Por la vía de Maracaibo y Coro llega a Puerto Cabello, donde el 1 de enero de 1827 expide un decreto de amnistía para quienes han participado en el movimiento de “La Cosiata”. Reconciliado y acatada su autoridad por el general José Antonio Páez, en compañía del cual entra en Caracas el 10 de enero, el Libertador ejerce el mando en Virtud de las facultades extraordinarias de que había sido investido como presidente la Gran Colombia. El 6 de febrero de 1827, de Caracas, remite su renuncia a la Presidente de la República al Congreso reunido entonces en Bogotá, pero dicho cuerpo no se la acepta y lo incita, el 6 de junio de 1827, a regresar a aquella capital para posesionarse de la Presidencia; durante esos meses se ha ensanchado el distanciamiento político entre Bolívar y Santander, cuyas relaciones de amistad quedan rotas. Bolívar sale de Venezuela el 5 de julio de 1827 y por la vía de Cartagena se dirige a Bogotá, donde llega el 10 de septiembre de 1827 y toma posesión de la Presidencia ante el Congreso; ese mismo día, Revenga presenta al Poder Legislativo una exposición de lo realizado por Bolívar durante su reciente permanencia en Venezuela.

El 14 de marzo de 1828, el Libertador sale de Bogotá hacia Bucaramanga, donde permanece hasta el 9 de junio; durante ese período se comunica oficialmente con los ministros y otras autoridades a través del general Carlos Soublette, quien desempeña a su lado las funciones de Secretario General.

Ante el clamor por la reforma de la Constitución, convoca la Convención en Ocaña en 1828. Lejos de alcanzar una reconciliación entre las facciones surge abiertamente una violenta agrupación antibolivariana que no vacila en calificarlo de tirano y de obstáculo a la felicidad de los pueblos. Disuelta la convención y enfrentado abierta y solapadamente por los seguidores de Santander, regresa a Bogotá para asumir la Dictadura. Decreta un estatuto con el propósito de defender la estructura política que permite que lo acusen de reaccionario. Por un doloroso proceso, en la misma medida en que tiene que extremar el rigor y la firmeza para contener la disolución, sus contrincantes lo acusen de déspota y ambicioso.

Etapa final de su vida

Después del fracaso de la Convención de Ocaña, que se ha disuelto sin haber logrado aprobar una nueva Constitución, Bolívar es llamado a Bogotá, a donde llega el 24 de junio de 1828, encargándose de inmediato del Ejecutivo con el carácter de dictador para salvar a la República, como se hacía en la antigua Roma. El 27 de agosto de 1828, expide un decreto orgánico por el cual reglamenta sus funciones como Jefe de Estado mientras duren las circunstancias excepcionales entonces vigentes. El 20 de septiembre de 1828 reorganiza el gobierno, creando un Consejo de Estado cuya presidencia ejerce el propio Bolívar cuando está en la capital y en su ausencia lo preside el ministro secretario de Estado más antiguo. Durante esta época, Bolívar es designado oficialmente Libertador Presidente de Colombia.

El 25 de septiembre de 1828 están a punto de asesinarlo en el Palacio de Gobierno. Los que lo recuerdan en esa hora lo pintan perplejo y dolorido. Ha envejecido prematuramente. Las fatigas de los largos años de combate y las viejas dolencias descuidadas muestran sus huellas. Luego de superada la situación Bolívar convoca el 24 de diciembre de ese año a elecciones para diputados a un Congreso Constituyente cuya reunión está prevista para el 1 de enero de 1830.

El 25 de diciembre de 1828 sale de Bogotá hacia Ecuador, amenazado por la invasión de fuerzas peruanas, y allí permanece hasta fines del año 1829. Durante ese periodo, se halla a su lado, como Secretario General, José Domingo Espinar, a través del cual mantiene constante comunicación de oficio con el Consejo de Gobierno de Bogotá, a cuyo cargo está la administración de los asuntos corrientes y con otros altos funcionarios, entre los cuales se destaca el general José Antonio Páez, quien ejerce en Venezuela la máxima autoridad con el título de Jefe Civil y Militar de los Departamentos del Norte.

En el Perú ha alzado la cabeza la reacción contra él. Amenazan a Bolivia, y José de La Mar, con fuerzas armadas, provoca un pronunciamiento separatista en Guayaquil. En Pasto, José María Obando y José Hilario López se levantan contra el gobierno. Bolívar tiene que ponerse de nuevo a la cabeza de las tropas y dirigirse hacia Guayaquil. Antes de su llegada el mariscal Sucre, que había renunciado la Presidencia boliviana, al frente de las fuerzas locales inflige en Tarquí, el 27 de febrero de 1829, una completa derrota a la invasión peruana. La Mar es derrotado y después de un fatigoso sitio de Guayaquil, Bolívar logra con Agustín Gamarra un armisticio que restablece la paz. Entre tanto ha circulado, desde el Consejo de Gobierno de Bogotá, la noticia de negociaciones para el establecimiento de una monarquía en Colombia como solución a los insolubles problemas de la estabilidad. Bolívar, que ha manifestado reiteradamente su voluntad de separarse de toda autoridad, no patrocina la idea, pero el rumor mal intencionado aprovecha la coyuntura para atribuirle la intención de coronarse. El panorama de descomposición parece completarse sin atisbo de salida

El 15 de enero de 1830, Bolívar llega de regreso a Bogotá, donde días después, se instala el Congreso Constituyente al cual dirige un mensaje sobre el estado de la República, amenazada de disolución; pocas semanas antes, a fines de noviembre de 1829, había nacido en Venezuela con mayor ímpetu el movimiento separatista, acaudillado por el general Páez; de hecho, la autoridad de Bolívar fue desconocida desde entonces por las autoridades de Venezuela, y ésta se reconstituyó como Nación independiente desvinculada de la Gran Colombia.

El 27 de abril de 1830 el Libertador presenta ante el Congreso su renuncia a la Presidencia de la República, y el 8 de mayo sale de Bogotá hacia Cartagena. Desde ese momento, no volverá a ejercer el mando del Estado. A comienzos de septiembre, se producen pronunciamientos en Bogotá y otras poblaciones de Nueva Granada y Ecuador, llamándole a encargarse nuevamente del gobierno y el general Rafael Urdaneta ejerce provisionalmente la jefatura del Estado en Bogotá mientras se espera que regrese Bolívar. Pero, el 25 de septiembre de 1830 éste ratifica desde Cartagena su decisión de no encargarse de nuevo del Poder Ejecutivo.

En Cartagena el 10 de julio, recibe la noticia del asesinato de Sucre en Berruecos. La última esperanza ha desaparecido.

El Congreso reunido en Venezuela, bajo la tutela de Páez proclama la separación definitiva. En los debates se le injuria y maltrata sin el menor respeto. Se llega a pedir que se le expulse del territorio colombiano como condición previa para cualquier entendimiento futuro. Todavía le impetran que reasuma el poder y ocurren pronunciamientos populares y armados para proclamarlo.

Su decisión definitiva está tomada. Escribe cartas y documentos que reflejan dolorosamente su amargura y desengaño. Piensa poder marcharse a Europa a cuidar su maltrecha salud. El 1 de diciembre está en Santa Marta y el 6 se traslada a la quinta San Pedro Alejandrino. Su enfermedad se agrava y para los que lo rodean se hace evidente que no podrá sobrevivir. Hace testamento disponiendo de los escasos bienes que le quedan. Lanza su última proclama, que es un llamado desgarrador a la unión y muere el 17 de diciembre de 1830 a la una y siete minutos de la tarde, tenía 47 años.

Referencias

Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, Caracas, 1988

Ayacucho, paso de vencedores, Ministerio de la Defensa, Caracas, 1974