El Joropo

El Joropo, como muchas de nuestras manifestaciones culturales, es resultado de la sincretización de un país que se forjó a lo largo de la colonización, guerras independentistas y civiles sumadas a unas raíces europeas, especialmente la española, que fueron el caldo de cultivo ideal para dar forma a un género musical y de danza que hoy conocemos como el baile nacional por excelencia.

El Joropo, Fiesta de la tradición, Director Juan Liscano, Caracas, 1948

Pero para hablar de su origen hay que diferenciar entre el baile y la reunión familiar, ya fuera campesina o urbana, con el fin de bailar al son del arpa, cuatro y maracas, las dos se conocieron con el mismo nombre: Joropo, aunque algunos estudiosos y cronistas para finales del siglo XIX y las primeras dos décadas del siglos XX lo llamaban Fandango probablemente, relacionándolo con su origen español. Otro tipo de reuniones en donde los acordes musicales eran producto de instrumentos de viento eran llamados un baile.

A pesar de que el género se popularizó y fue en ascenso, esto solo sucedió en los campos y comunidades marginales en el interior del país, más no en las grandes ciudades. Es a principios del siglo XX que las clases pudientes bailaron joropo, esto gracias a la simpatía que el presidente Cipriano Castro sentía por el género musical dándole apertura en los salones refinados de la época.

La riqueza y diversidad del Joropo tanto en el baile y en la música, es indiscutible, y depende del lugar en donde se interprete o dance, en algunas regiones del país se diferencia solo por pequeños detalles. En el caso del baile se conocen el Zapatiao, el Remolino, el Escobillao, el Toriao y el Valsiao.

Mientras que en la música tenemos el Golpe, la Revuelta y el Pasaje, añadiéndole las variantes propias de las regiones Oriental, de los llanos centrales y occidentales, de Guayana y los Andes.

El Joropo, como muchas de nuestras manifestaciones culturales, es resultado de la sincretización de un país que se forjó a lo largo de la colonización, guerras independentistas y civiles sumadas a unas raíces europeas

En el quehacer social el aporte del Joropo ha sido valiosísimo, al igual que en Europa con los juglares y cantares de gesta, solo que en Venezuela se llaman corridos y sirvieron, no solo para el entretenimiento, sino también para narrar historias de guerra y hechos diversos. Un ejemplo moderno de ello es la conocida leyenda de El Silbón (1976) en la que participaron artistas como Alfredo Acuña Zapata, Benilde González, Damaso Delgado, El "Catire" Carpio, José Herrera, Los Hermanos Villaroel, Los Turpiales del Llano, entre otros.

Otro ejemplo ampliamente conocido es Alma llanera, de Pedro Elías Gutiérrez sobre un texto de Rafael Bolívar Coronado, una zarzuela estrenada el 19 de septiembre de 1914 en el Teatro Caracas, lo que le dio al joropo un nuevo matiz, permitiendo la composición de joropos con tres o más partes motivando a directores de orquestas y compositores caraqueños a escribir o interpretar su obras.

El joropo es una prueba más de lo que puede hacer un venezolano cuando pones en su mano, un instrumento musical, un pincel o un lápiz. El deseo de crear y la riqueza del entorno terminan por producir manifestaciones que se abren camino y brillan con luz propia.