El Morrocoy o el duro caparazón de la venezolanidad

El Morrocoy o el duro caparazón de la venezolanidad

¿Qué es un morrocoy? Todos hemos visto o escuchado hablar de tal animal, pues al final si nos ponemos a pensar, el morrocoy es un reptil que ha estado bastante arraigado a la identidad de nuestro país por poco que lo parezca, pues casi siempre pasa desapercibido.

Lo que comúnmente conocemos como morrocoy, morrocoyo o morroco, en otros países, no es más que una tortuga terrestre de la especie Chelonoidis carbonarius(Spix, 1824)(Testudines, Testudinidae). Sin embargo, hay que aclarar que la palabra “morrocoy”, es una terminación meramente cultural. Chelonoidis carbonarius es científicamente conocido como el verdadero morrocoy, pero esto no implica que la definición que tenemos culturalmente de esta tortuga, en la venezolanidad cotidiana, abarque otros géneros y especies de la familia Testudinidae, la fascinante familia de las tortugas terrestres.

Chelonoidis tiene una raíz griega, viene de “chelonos” que significa tortuga. Por otro lado, morrocoy tiene una raíz aborigen y viene de la voz cumanagota, significa también tortuga y hace referencia a una muy particular, de caparazón muy curvo, rugoso y oscuro, con cuadros amarillentos.

Morfología del Morrocoy

El nombre científico de esta especie (Chelonoidis carbonarius) ha pasado por varias confusiones a lo largo de la historia. Resulta que en un inicio fue descrita como Testudo carbonaria por el zoólogo alemán Johann Baptist von Spix, en Brasil, 1824. Pero tristemente se cree que, en algún punto del siglo XIX, el ejemplar sobre el cual se hizo la primera descripción desapareció. A causa de esto existió mucha confusión en las posteriores identificaciones, lo que adicionalmente resultó en al menos nueve sinónimos para la especie (en la nomenclatura científica, un sinónimo es un nombre que se le aplica a un taxón; orden, familia, género, etc.; y que ahora posee uno distinto). Actualmente, los sinónimos más utilizados son: Geochelone carbonaria (Williams, 1960) y Chelonoidis carbonaria (Bour, 1980). Sin embargo, este último nombre fue modificado a Chelonoidis carbonarius (Olson y David, 2014) debido a que el epíteto específico debe coincidir y ser masculino al igual que el género (el “epíteto específico” es el segundo miembro del nombre científico, el apellido por así decirlo). Básicamente, esa termina siendo la historia del nombre científico del Morrocoy (otro nombre común con el que se le conoce es “Tortuga de patas rojas”).

Distribución

Además de en Venezuela podemos encontrar a esta misma tortuga distribuida al sureste de Panamá, en Colombia (oeste de los Andes en Choco y al este de los Andes), Guyana, Guyana Francesa, Surinam, al este de Brasil, en Perú, al este de Bolivia, Paraguay, al norte de Argentina, Trinidad, Islas Vírgenes (St. Croix); y también se considera que ha sido introducida en Nicaragua (Isla Grande del Maíz y en otras locaciones) y en un gran número de islas del Caribe (incl. Providencia, Granadina y la Isla de San Cristóbal). Así que, en realidad, está en una buena parte del Sur de América

¿Cómo es un morrocoy?

Morfológicamente hablando al morrocoy se le considera como una especie de tortuga de tamaño mediano a grande. El individuo más grande del que se tiene conocimiento tiene registros en Paraguay por la herpetóloga Sabine Vinke (1999) y es una tortuga de 59,3 cm de largo del caparazón con un peso de 28 kg. En estado salvaje se han reportado individuos de 13,9 kg de peso.

En cuanto a la coloración, el morrocoy consta de un caparazón negro con placas dorsales que poseen un centro manchado o “pintado” de color amarillo, rojizo o naranja. Un morrocoy recién nacido tiene este centro pintado mucho más grande y el color del caparazón mucho más claro, que se irá oscureciendo a medida que crece.

Curiosamente a esta especie de tortuga terrestre (Chelonoidis carbonarius) a menudo se le confunde con otras dos especies del mismo género que también son nativas de Sur América. En primer lugar está la tortuga Argentina, C.chilensis (Gray, 1870), que a simple vista es muy similar a otras tortugas del género Gopherus, así que realmente no hay mucha confusión.

El verdadero problema está entre el morrocoy habitual en Venezuela (C. carbonarius) y C. denticulata (Linneaus, 1766), que son taxones hermanos. El nombre común de C. denticulata, es “tortuga de patas amarillas”, y como mencionamos antes, otro de los nombres comunes del morrocoy es “tortuga de patas rojas”. ¿Qué pasa? Ocurre que la tortuga de patas rojas presenta diferentes morfotipos cromáticos (variaciones en el color), haciendo que pueda tener sus patas pintadas de rojo, amarillo y lo que es más común, sombras indefinidas entre ambos colores. Este sutil detalle hace que muchas personas que usan el color como carácter diagnóstico terminen equivocándose, haciendo pasar “tortugas de patas rojas” con las patas amarillas, por “tortugas de patas amarillas”.

Para diferenciar e identificar apropiadamente ambas tortugas se necesita de un gran conjunto de diferencias, sin embargo, como bien se mencionó anteriormente, esto no quita la idea de que, a efectos del ojo no experto, C. denticulata también pueda ser denominada como una tortuga morrocoya.

Día a día del morrocoy

La primera aparición de un Morrocoy en algún documento relacionado con Venezuela es hecha por Sir Walter Raeligh que lo incluye en su mapa de Venezuela en 1598. A partir de allí, el morrocoy ha sido compañero inseparable de los venezolanos.

Mapa de Venezuela. 1598. Sir Walter Raleigh

El morrocoy es una tortuga principalmente solitaria y posee hábitos generalmente diurnos, que está mucho más activa en la mañana y parte de la tarde noche. En la naturaleza estas tortugas se encuentran en una gran variedad de hábitats, desde sabanas, bosques secos, matorrales, zonas cercanas a humedales, en algunos bosques húmedos y también se les ha podido observar en zonas de agricultura y cultivos. También pueden refugiarse en muchos otros lugares, desde troncos secos, bajo hojarasca, pequeñas cuevas y en madrigueras hechas por otros animales como cachicamos (así es, los morrocoyes se pueden aprovechar de los cachicamos).

En Venezuela es una especie bastante escasa con densidades poblacionales de entre 0,75 a 1,02 individuos por kilómetro cuadrado (Pritchard y Trebbau 1984, Moskovits 1988).

En cuanto a la alimentación, al contrario de lo que mucha gente cree, los morrocoyes no son estrictamente vegetarianos, son omnívoros, incluso hasta son un poco carroñeros (la lechuga no es su principal alimento). Su dieta se basa en frutos, semillas, hojas, flores, hongos, algunos invertebrados (como lombrices y caracoles) y pequeños vertebrados (se han encontrado restos óseos de aves y ratones en las heces de algunas de estas tortugas).

Termina siendo evidente que, gracias a estos hábitos alimenticios, los morrocoyes en la naturaleza cumplen una función de dispersión de semillas a través de sus heces, por lo que no es de extrañar que nazca una planta en el hábitat de un morrocoy, aunque nunca se haya hecho un esfuerzo por plantarla o dejar su semilla.

En el ámbito reproductivo, el morrocoy no varía demasiado respecto a sus escamosos compañeros. Alcanzan la madurez sexual cuando llegan a un determinado tamaño y sus épocas reproductivas generalmente están ligadas a las temporadas de precipitaciones. Además de esto, hay que destacar que el morrocoy, como buena tortuga, deposita sus huevos en agujeros poco profundos, cavados por la misma madre con este fin, y alrededor de cinco meses después saldrán las crías. La temperatura afecta directamente la determinación sexual del embrión dentro del huevo, haciendo que en las altas temperaturas se produzcan hembras, y en las bajas, machos.

El Morrocoy y la superstición

Hay una leyenda urbana con trozos de superstición, que explica de alguna forma la suerte del morrocoy en Venezuela. La misma relata que cuando los colonizadores vieron por primera vez morrocoyes fue muy adentro en una montaña y decidieron llenar sus bolsas con ellos, pues les parecieron muy agraciados y curiosos. Cuando se perdieron en la montaña, por alguna extraña razón, decidieron dejar a los morrocoyes de 12 y 14 manchas donde los encontraron, para quedarse solo con los de 13 pintas, pues estaban a martes 13. Se dice que fue gracias a eso que lograron salir de la montaña, y los aventureros a partir de ese momento tuvieron buena salud, muchas riquezas y nunca les faltó la comida en la mesa.

En la superstición del llano venezolano se dice que un morrocoy de 14 pintas es el que de verdad da suerte, pues los de 13 pintas son demasiado comunes. Esto tiene un cierto aire a la suerte que provee el trébol de cuatro hojas.

Resulta muy curioso que la tortuga, como idea en general, es considerada un símbolo de la larga vida en el folklore de muchas culturas, pues se piensa que tener tortugas como mascotas o en figuras atrae la buena suerte, la sabiduría y la fortuna, esto puede estar estrechamente relacionado a la conocida longevidad de las tortugas. Por esa misma razón, hay quienes las asocian con protección contra las malas energías y espíritus.

Apariciones del Morrocoy en la mitología indígena

Vasija de Tortuga. Puerto Ordaz

En los pueblos indígenas venezolanos hay tanto entidades malignas como benignas y protectoras. En la mitología del pueblo Pemón el Embatapiyu es un malvado espíritu antropofágico que acompaña a los Orodán y se supone que vive en la oscuridad y caza con un hacha hecha con el caparazón de un morrocoy.
También, en el pueblo amerindio Hoti, encontramos a Öjkö ulijª, un hombre-morrocoy que al igual que Embatapiyu, es devorador de hombres. Pero este ser fantástico no solo se pasa sus días comiendo humanos, adicionalmente, se encarga de proteger los hongos de la selva.

De alguna forma, se podría decir que entidades benignas hay más. Para los Yanomami matar a un morrocoy es un acto tabú y significa la muerte, pues es un ser inmortal que, al igual que el zamuro, es un mensajero de Omao (quien es un ser supremo omnipresente y todopoderoso, es dueño de los hombres, la selva y los animales). El morrocoy posee toda su sabiduría y transmite sus designos a los hombres.

Petroglifo "El dueño del Sol"

Los Warao, por otro lado, tienen dos mitos que involucran al morrocoy. En uno, el morrocoy es aquel que derrotó en una gran pelea a Kokou, aves míticas vecinas de los zamuros en el cielo y ladrones de la yuca de los indios. La otra aparición, es en el mito titulado por los criollos “El Dueño del Sol” donde es Guaku, el morrocoy, quien termina siendo atado a la cola del sol, llamado “Ya”, para impedir con su lentitud que el sol corra demasiado y que este pueda iluminar la tierra por el tiempo de una joyabaka y una joajua.

Sello Masculino Panare /Pata de Morrocoy con serpientes

En escritos más recientes, específicamente en el relato de “Un mito arcaico del estado Yaracuy”, del libro de “La Diosa de la Danta: Ciclo mítico, legendario y folclórico de María de la Onza”, encontramos otra pequeña mención a la tortuga en una descripción que recita: “La mansión de María Lionza comprende siete salas, de la cual la central tiene animales esculpidos o petrificados en los cuatro puntos cardinales; un tigre, un venado, una tortuga y un caimán. Esto tristemente no hace una referencia específica al morrocoy, pero al fin y al cabo, el morrocoy no deja de ser una tortuga”.

Pintura facial Pemón. Wadamori pe

Por último, nuestra tortuga morrocoy, también aparece de otras formas en las culturas indígenas. En los cantos tradicionales del pueblo Pemón, el Senmenutöntok dice que todo aquel que va a bailar en los cantos, puede pintarse. En este caso, tenemos el Wadamori pe: patas de morrocoy, que es una forma de pintura facial que llevan los hombres en la cara, pintado con tawa, o arcilla blanca (caolín).

Sello femenino Panare / Pata de Morrocoy

Asimismo, en la cultura Panare, tenemos la pintura corporal con dos figuras de interés. Una de uso femenino: un círculo rodeado por siete líneas con un punto en el centro, que representa la pisada del morrocoy. Y otro, de uso masculino, mucho más elaborado: con círculos a cada lado que representan la huella que deja la pisada de un morrocoy, con estructuras laterales que se refieren a la vivienda con los enseres que se sujetan a las vigas, horcones y su entorno físico inmediato, y por último, posee líneas quebradas que representan el paso de la serpiente en la tierra.

El morrocoy como parte de la literatura venezolana

Plumas de Morrocoy - El Morrocoy Azul.

Entre el año de 1792 y 1796, el músico Juan Manuel Olivares perteneciente al Oratorio San Felipe Neri de Caracas, escribió el primer cuento fantástico de Venezuela, llamado “Fábula del Morrocoy y las Perezas”. Esto lo sabemos gracias a un estudio publicado en el Vol. 1, No 13 (2005) Investigaciones Literarias. Anuario IIL (II Etapa), realizado por el musicólogo, pianista e investigador, Dr. David Coifman Michailos.

Un morrocoy curioso,

que salió de su tierra para ver el mundo,

con paso presuroso,

se acercaba a este pueblo son segundo;

iba por el camino muy contento

deseando ver la tierra de mi cuento.

Olivares relata la historia de un morrocoy fanfarrón que llega a la ciudad de las perezas (animales mucho más lentos que un morrocoy). Entre burlas, las perezas terminan desatando aún más la valentía del morrocoy, quien les reta a una carrera. Por obvias razones el morrocoy les gana, pero las perezas en lugar de desanimarse, saben bien lo que son y alaban al morrocoy con el objetivo de elevar aún más su presunción. Y, astutamente, una pereza decide dejar en su lugar al morrocoy, al recordarle que “de los ciegos es rey quien tiene un ojo”. Finalmente, el morrocoy se va de la ciudad enfadado y se topa por el camino con un tigre y decide mofarse de la aparente flojera con la cual el tigre reposa sobre las ramas. Este último, sin mucho esfuerzo, acaba con la vida del morrocoy. Este cuento muestra referencias y críticas, interesantes e importantes a la sociedad de la época.

Descarga aquí: El morrocoy y las perezas

Si las dos primeras décadas del siglo XXI han estado signadas por el Chigüire, con toda justicia podemos decir que el siglo XX fue el siglo del Morrocoy. El el 30 de abril de 1941, es fundado “El Morrocoy Azul” por Miguel Otero Silva, Francisco José Delgado y Carlos Irazábal. Se trata de un periódico de estilo francés de suma importancia para la época, que dejó una gran huella en el periodismo venezolano al marcar un antes y un después en la historia de la prensa. Estaba repleto de un buen humor, chistes, farándula y sátiras políticas y sus secciones hacían alusión al protagonista de nuestro artículo: “El Morrocoy pela por la Lira”; “Biblia Morrocoyuna” “El Morrocoy va al cine” para la crítica cinematográfica; “A vuelo de Morrocoy” para las notas breves; “Plumas de Morrocoy” para la crítica literaria y “Morrocoy en pelota” para las noticias deportivas. Además, en sus páginas circulaba el famoso Detective Sherlock Morrow.

Entre las personas que trabajaron para El Morrocoy Azul se pueden citar a Francisco Kotepa Delgado, Carlos Irazábal, Francisco Pimentel, Gabriel Bracho Montiel, Andrés Eloy Blanco, Jesús González Cabrera, Aquiles Nazoa, Antonio Arraiz, Rafael Guinand, Luis Pastori, Rodolfo Incluso el destacado historiador, periodista y escritor venezolano, Manuel Caballero lo consideró como el mejor periódico que haya tenido Venezuela.

Detective Sherlock Morrow / El Morrocoy Azul

“El Morrocoy Azul” fue la primera publicación periódica con este estilo, divertida y de buen nivel, se podría decir que es el predecesor de publicaciones como “El Camaleón” o “El Chigüire Bipolar” y otros periódicos de carácter satírico.

Tristemente, citando al mismo Caballero, “tal y como se concebía desde sus orígenes circuló hasta 1948, pues en ese año lo compró la dictadura y dejó de ser lo que había sido”.

Pasando página existen otras numerosas menciones del morrocoy en la literatura venezolana. Por ejemplo, en la obra “Poesía infantil venezolana” publicada en 1968 Efraín Subero, rescata un pequeño y bello poema infantil.

“El Morrocoy”

Morrocoy: ¡Saca la cara!
¡Ponte a mirar la mañana!
Mira la selva cercana.
Oye los pollitos piar.

Lava tu vestido sucio
caballero dormilón
cómprate un real de jabón
y te vas para el riachuelo.

¡Te pondrás faramallero
caballero dormilón!

Otro inolvidable es “Un Morrocoy en el Infierno” de 1982, escrito por el mismo Miguel Otero Silva, básicamente es una compilación del trabajo humorístico de Otero en el Morrocoy Azul. Un escrito hecho para homenajear lo que fue el periódico, sacar sonrisas y mostrar la elegancia de lo que significaron aquellas “morrocoyadas” para el venezolano. Una última gota de humor y una magnifica despedida.

Morrocoy, jugando ando.

El morrocoy también tiene presencia en unos cuantos refranes a modo de juego. Acá hay una pequeña muestra de ellos:

Morrocoy en Bicicleta / El Morrocoy Azul

- “Cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo”
Todo un clásico de los refranes, ideal para describir a alguien que resalta o critica una cualidad de otra persona, mientras él mismo la tiene.

- “Morrocoy no sube palo, ni que le pongan horqueta”
Usado para identificar a aquel que no logrará algo en específico, por más que lo intente.

- “Morrocoy no sube palo ni cachicamo se afeita”
Se usa cuando una persona no tiene la facultad, condición o aptitud para determinada actividad. Es similar de cierto modo al anterior.

- “¿Te tienen como huevo e´ morrocoy?”
Es una pregunta sencilla: ¿Te tienen olvidado? Recordemos que, como el resto de tortugas, los morrocoyes carecen de un cuidado parental. Los huevos terminan enterrados y abandonados bajo la tierra por la misma mamá morrocoy.

Ahora bien, hablando de huevos. Hay que destacar la existencia de un juego infantil llamado morrocoy pare o pone, que es mencionado por Humberto Mata en su cuento “Toro-Toro”. Mata (1991) nos explica en una hermosa amalgama de palabras que allá en Tucupita, solo cuando los niños y las niñas juegan juntos con paraparas (el jabonoso fruto del paraparo), se recurre a este juego, ejecutándose de una forma similar al famoso pare o none.

El morrocoy amenazado y devorado

Puede que el morrocoy no esté incluido en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero la categoría global propuesta en 2011 por el Grupo de Especialistas en Tortugas de Agua Dulce y Terrestres es de vulnerable (VU) (TTWG 2011). Ocurre que el morrocoy es amenazado principalmente por la extracción de individuos en estado salvaje por causas de comercio o culturales (tráfico de animales, consumo o el hecho de considerarse mascotas).

Ensayo de Historia Americana. Felipe Salvador Gijil

También son afectados en gran medida por la explotación y pérdida de su hábitat natural, pues son animales estrictamente terrestres y estos daños ambientales les terminan afectando de diversas formas, por ejemplo, dejándolos expuestos (quitándoles sitios donde refugiarse), golpeándolos directamente con maquinaria pesada o por la pérdida de fuentes de alimento. También, como se mencionó anteriormente, la temperatura puede afectar directamente al sexo del morrocoy en incubación, haciendo que los cambios climáticos que ha sufrido el planeta puedan afectar negativamente a la especie.

A lo largo de la historia, el morrocoy ha sido maltratado de distintas y muy creativas formas. Desde siempre la fauna venezolana siempre ha sido un tema de gran interés a lo largo del mundo y las tortugas como el morrocoy no quedaron ajenas. Felipe Salvador Gijil cuenta en su Ensayo de Historia Americana como era uno de los platos principales del pueblo tamanaco y que usaban perros para cazar estos animales. En el trabajo de “Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela” se puede encontrar que en el año de 1752 quedó registrado el caso de la embarcación Anna Cornelia proveniente de Curazao, que realizó al menos 13 viajes a distintas partes del mundo, y Venezuela fue el punto de partida, de donde se exportaron distintas especies de tortugas, terrestres y marinas, en cada viaje. En estos viajes con fines gastronómicos y artesanales también se vio involucrada la tortuga Carey.

En 1768 existió en Europa un acto llamado Banquetes de la tortuga, donde las tortugas en general eran degustadas como manjar y excentricidad. Hay diversos registros que describen gráficamente el sabor de la tortuga y su preparación. Adicionalmente, se tienen registros numéricos de que entre 1838 y 1842 Venezuela exportó 421 morrocoyes, y, en total, unas 62.128 tortugas.

Tristemente aún hoy, la barbarie y los actos contra-tortugas siguen ocurriendo en Venezuela, sigue siendo un plato típico en algunas partes; es tradición en Semana Santa, salir a cazar tortugas para consumir su carne. Se suele apalear el agua con varas hasta hacer que aquellas penetren y las tortugas queden empalizadas, y una persona con el agua hasta el cuello, las recibe con las dos manos para atajarlas y meterlas en un saco.

...las tortugas avanzaban en masa compacta, oprimidas las unas contra las otras. Era una inmensa superficie de escamas, que cubría varios kilómetros cuadrados y que se movía

Julio Verne. El soberbio Orinoco. Cap. 8

Referencias

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http://independent.academia.edu/DavidCoifmanMichailos

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